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Editorial 365 - De estadística y medidas de tendencia central - Parte 3

Hermanos y amados del Señor Jesucristo: bendiciones sean a todos por la gracia concedida desde antes de la fundación del mundo por nuestro Padre al hacernos merecedores del derecho divino de ser llamados hijos espirituales del Altísimo. La paz, gracia y amor del Señor Jesús sea en su espíritu, amén.

Como ya se habló en el editorial 363, continuamos con el análisis y aplicación de la siguiente medida de tendencia central, denominada mediana. Este valor estadístico en términos generales, describe el valor central de una serie de datos recopilados cuando no es posible determinar el promedio tener exagerada variación en un proceso. Para esto debe ponerse en acomodo creciente (de menor a mayor) o decreciente (de mayor a menor) con el fin de ir discriminando (tachando) los valores exteriores para así determinar el o los valores del centro, que puede ser uno cuando la cantidad de datos es impar o bien dos cuando la serie presenta un total de datos par. A continuación, se ejemplifican estos criterios.

CASO 1: DATOS: 13, 14, 12, 19, 20, 10 ,19, 11. Son 8 datos (par).

Se reacomodan de menor a mayor: 10, 11, 12, 13, 14, 19, 19, 20

Se eliminan iniciando desde los extremos: 10, 11, 12, 13, 14, 19, 19, 20

Quedando los valores centrales: 13 y 14, cuyo promedio es 13.5 con clara tendencia hacia el 10 y no al 20.

CASO 2: DATOS: 13, 14, 12, 19, 20, 10 ,19, 15, 11. Son 9 datos (impar).

Se reacomodan de menor a mayor: 10, 11, 12, 13, 14, 15, 19, 19, 20

Se eliminan iniciando desde los extremos: 10, 11, 12, 13, 14, 15, 19, 19, 20

Quedando un valor central: el 14, con tendencia menos definida hacia el 10.

En lo espiritual, en el extremo menor están lo pagano, diabólico, humano, terrenal, secular, lo perecedero y en el extremo mayor están los valores espirituales (fe, amor, esperanza, piedad, renunciación, etc.) y lo que es el andar por el Espíritu Santo, en franca concordancia con la Voluntad del Padre y obedeciendo fielmente al Señor Jesucristo.

El punto es que no podremos estar nunca en la medianía (tibieza) de modo permanente, sino siempre tendemos a ir a hacia un extremo u otro. Entonces amados hermanos, deben observar su andar, su decir y su comunión con el Padre a través de Jesucristo por el Espíritu Santo para que, de este modo hagan su análisis estadístico espiritual de manera personal e íntima con Él, les sea revelado el valor y calidad de sus obras y ustedes -según el resultado- se aboquen lo más pronto posible en revertir cualquier tendencia hacia el extremo menor, no actuando conforme a la carne sino conforme al Espíritu.

Cuando en la Escritura se lee: “pero el crecimiento lo da el Señor” es precisamente por esto. El Señor pone todas las obras de Sus hijos en lo individual en cierto periodo sobre su balanza y hace sus cálculos. Si considera la tendencia hacia Él existe, dependiendo de la magnitud de esta es como asigna el crecimiento: a mayor tendencia, mayor crecimiento espiritual. Si en cambio se mantiene, no crece, pero no agrada este conformismo espiritual en lo absoluto al Padre ni a nuestro Señor Jesucristo. Pero si tras el cálculo -examinar prendiendo con fuego a todas las obras (como relata el apóstol Pablo en 1ª Corintios 3) el valor disminuye al grado tal que tiende al extremo opuesto a Él, este es hijo de desobediencia y, aunque salvo, es de los menores en el reino de los cielos y si no corrige, aun lo que tiene le será quitado y menor se quedará y no crecerá, por no aprovechar en su tiempo la oportunidad de ser grande.

De modo que, debemos crear y tener conciencia espiritual sobre cómo actuamos en cuanto a la calidad de obras (buenas versus malas) sin contar la cantidad. El Padre pone en nosotros las oportunidades de dar buen testimonio, obedecer, aprender a obedecer y dejarse guiar por el Espíritu, poner a prueba lo aprendido, hablar, callar, moverse, etcétera y luego nosotros, según cómo estemos en actitud hacia Él sea que obedezcamos y obremos conforme al evangelio de nuestro Señor Jesucristo o bien conforme a la carne.

Amados hermanos en Cristo: la Escritura en el nuevo Pacto es muy clara al respecto. No basta con creer y ser salvos; hay que crecer espiritualmente para ser adultos y así enseñar a las próximas generaciones a que continúen con el testimonio porque -aunque es cierto que cuando el Señor Jesucristo venga no hallará fe en la Tierra- es nuestro verdadero trabajo debajo del sol en el cual redimamos nuestro tiempo: anunciar a todos el evangelio con nuestro buen testimonio, no solo con prédica. A unos para salvación y a otros para su visitación y notificación, pues solo el Señor sabe a quiénes elige y nadie pueda excusarse diciendo: “yo no supe”, “a mí nadie me dijo”, “¿cuándo me hablaron de ti?”.

La paz, gracia, amor, obediencia y fe en el Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, en su espíritu, para que aprendan, apliquen y se gocen creciendo en el Señor, para que nuestro Padre esté jubiloso y nuestro Señor Jesucristo se complazca y tenga a bien darnos el mayor galardón en aquel día, amén.

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