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Editorial 364 - De estadística y medidas de tendencia central Parte 2

Hermanos en Cristo Jesús, Señor nuestro: paz, gracia, amor y sabiduría sea en vuestro espíritu, amén. Desde México enviamos nuestras salutaciones a todos ustedes, bendiciones y esperamos en el Señor Jesucristo se guarden en santidad, amados.

En el número anterior se habló respecto al uso de la estadística para asegurarnos tendencias, medición y orden en aspectos seculares. De algún modo también lo espiritual, en cuanto a la conducta y actitudes (no doctrinas) podremos establecer un modo de seguimiento para saber si somos semejantes o no a lo que se estipula en el nuevo pacto como bueno, agradable a Dios y el deber ser en Sus términos.

El equilibrio espiritual (del cual se ha hablado en los primeros números de este blog, además de manera general en las exposiciones en tantos temas a lo largo de los años que el Señor nos ha concedido escribir) es un claro ejemplo de un análisis estadístico espiritual de nuestro proceder.

Pero entremos en materia. El primero es la media aritmética o más conocido como promedio. Este valor lo que refleja es la distancia en el que varios eventos analizados se acercan, alejan o ajustan a un valor central (estándar). El total aritmético de todos estos eventos habrán de medirse entre el número de eventos medidos y el resultado es el promedio, que se coteja contra el estándar.

Por ejemplo, si en un proceso tenemos un estándar 7 y los eventos medidos de un evento son: 7, 7.1, 7.5, 7.2 y 6.8, la suma aritmética es: 35.6, el número de eventos son cinco y el promedio la división de éstos: o sea, 7.12, que se compara contra el 7 estándar y la diferencia es 0.12, lo cual señala no está tan alejado el proceso del deber ser.

En lo espiritual es igual. Nuestro estándar es el Señor Jesús. Todo lo que él hizo, cómo se condujo y cómo se comportó para agradar al Padre es el deber ser nuestro. ¿Cómo? Leyendo los evangelios para saber cómo Jesús se comportó, luego leer el libro de los Hechos de los apóstoles para conocer el mover del Espíritu Santo, posteriormente leer las cartas epistolares con el objetivo de discernir más lo que espera el Señor que nosotros hagamos aquí mientras mantengamos el hálito de vida y finalmente el libro de Apocalipsis para comprender las sazones de los tiempos y guardarnos en la santidad.

Así que, poniendo en perspectiva suya un ejemplo diremos que, si la escritura manda que celebremos la Cena del Señor Jesús en cierto modo, las preguntas en las cuales podremos tener el historial de eventos son:

¿Celebramos la cena del Señor Jesucristo, conforme a los evangelios de Mateo 26, Marcos 14 y Lucas 22; así como en 1ª Corintios 11? ¿Celebramos la Cena del Señor Jesús? ¿Lo hacemos en la noche? ¿La hacemos en un lugar privado, lejano de distractores? ¿Compartimos alimentos, pan y vino? Solo por mencionar algunas interrogantes, las cuales deberían ser respondidas con un sí (alinearse con el estándar) o bien un no (no estar obedeciendo y por tanto fuera del deber ser o estándar que agrade al Padre o al Hijo). Si todas las respuestas fueran sí, entonces nuestro promedio es precisamente Cristo en nosotros. Si algunas son no, entonces nos alejamos de la obediencia; si la mayoría son no, demuestra somos desobedientes y en el caso que sean todas no: entonces hay clara rebeldía hacia la voluntad del Padre a través de no obedecer los mandamientos u ordenanzas del Señor Jesús. Y así podremos continuar, con otros aspectos prácticos importantes como el ejercicio de: el amor, paciencia, fe, esperanza, benignidad, bautismo, santidad, etcétera.

Apliquemos, pues, este principio introspectivamente, en todas las cosas tocantes a guardar el correcto testimonio, pues la sabiduría de la salvación se encuentra en este análisis y, entre más nos acerquemos a nuestra media espiritual (Jesucristo pleno reinando en nosotros) más perfectos seremos y mejor galardón tendremos.

La paz del Señor Jesucristo es en todos ustedes amados hermanos. Esperamos en el Padre tenga en ustedes la mente de Cristo para que puedan comprender este tema y así lo lleven en práctica, a fin de redimir el tiempo agradando a nuestro Padre oyendo y obedeciendo lo que el Señor Jesús nos dejó de mandamientos por medio del Espíritu Santo en nosotros, amén.

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