Preciosos hijos e hijas de Dios esparcidos por todo el orbe: que el amor, la paz y seguridad que solamente Cristo puede dar, la fortaleza y fe del Señor Jesús esté en ustedes, amén, amén y amén. Deseamos que el Señor Todopoderoso, Dios Creador de los cielos y la Tierra quien es nuestro Padre por gracia salvadora de nuestro amado Señor Jesucristo esté en ustedes en su interior. Amén.
Ya en el editorial anterior se vieron cinco tipos de confusiones que estorban al desarrollo perfecto de la fe en Jesucristo en este planeta. Ahora trataré como tema final y concluyente de este aspecto el cómo debemos tratar este tema. Recapitulando: primero vimos el error que personas inadecuadas hablan de lo que saben como si supieran y después vimos el tipo de mensajes erróneos que comunican a las multitudes, con el riesgo que esto conlleva en algunos casos. También en modo general se trató de manera introductoria el contenido de este tema.
Amados hermanos en Jesucristo e hijos espirituales de Dios: tenemos al Espíritu Santo, la esencia activa y poderosa de Dios y linaje espiritual que nos ayuda a ser perfectos, salvos y sabios para nuestra eternidad con el Padre y Cristo. Entonces ¿qué tanto nos afana el querer saber el futuro inmediato si sabemos que YA SOMOS SALVOS? Es decir, el presente y el futuro inmediato, los acontecimientos mundiales son elementos de confusión para todos los creyentes. Incluso el hermano en Cristo quien escribe esto, de niño tuvo sus episodios de terror, desesperanza, miedo, horror, trauma casi psicológico por oír cosas fuera de mi alcance cognitivo, estatura mental y criterio de comprensión y contextualización. Esto lo digo como tan solo humano, ya ni qué decir de los elementos espirituales. ¿Cómo un preadolescente fue inmediatamente adoctrinado en cuestiones duras y poderosas como la Bestia y su marca, influenciado para tener miedo a códigos de barras y otros signos y señales como el miedo a chinos y rusos?
Ahora como adulto en mi etapa humana, pero más importante, como adulto en la doctrina de Jesucristo, temo por la fe de muchos que se doblega ante tanta dicharachera pagana y absurda que contamina la pureza del Camino. Temo porque muchos quieren ser el Pedro discípulo y no el Pedro apóstol inconscientemente. Muchos sin saberlo actúan como el Saulo de Tarso y no como el Pablo apóstol. Estas doctrinas deben ser impartidas entre varones que ya tienen profundidad en el tema, revelación en el Espíritu y no considero justo, apropiado ni amoroso discutirlos ante indoctos, inconversos y recién nacidos en la fe, como me sucedió a mí. Dictaminar quién sabe más es vanidad y por tanto, la sabiduría de Dios no está ahí.
¿Qué quiero decir?
Que la doctrina a los sedientos y hambrientos, los que estén ordenados para salvación no reciban alimentos sólidos de este tipo al estar incapacitados de momento por el mismo Padre, sino como a niños darles su leche espiritual, el agua viva que es el Espíritu y el pan de vida quien es Cristo mismo. Si el Señor quiere, ya llegará su momento. Pero el presente no lo es, definitivamente. Toda predicación a los inconversos, muertos, cerdos y perros debe ser solamente la vida eterna que Cristo ofrece, el perdón de los pecados, la restauración de Dios, el poder de la fe y creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, quien fue resucitado de entre los muertos. El conjunto de textos libros y promesas escritos en el nuevo pacto que establecen la realidad y viveza de nuestra fe. No debemos predicar al enemigo, ni los últimos tiempos, ni el destino de los que mueren sin Cristo ni doctrinas ajenas a las buenas nuevas. Solamente lo básico del evangelio: la salvación que no se pierde y la vida eterna venidera.
Y sí hay algo que anunciar y en el Espíritu es mandato a todos: la venida del Señor Jesús. Eso sí debemos anunciar, porqué él vendrá a restaurar todas las cosas y por todas las cosas son todas las cosas. Viene a eliminar de una vez por todas al pecado, la maldad, la muerte y a derrotar a sus adversarios. Viene por nosotros a purificarnos y llevarnos con él. Viene a darnos los galardones según actuamos en el cumplimiento de sus mandamientos y por si fuera poco, viene a cumplir su última promesa: otorgarnos la vida eterna.
En la congregación debe discutirse, como ya he mencionado, solamente entre hermanos de probada fe, conocimiento y testimonio. Para nada introducir elementos filosóficos, religiosos, teológicos, polémicos, judaicos, psicológicos o de índole que no sea inspiración del Espíritu Santo. Puede formar parte de la disertación ante la congregación, pero quien hable debe hacerlo en un lenguaje que comunique amor, fe, esperanza y fortaleza, digerible para todo tipo de entendimiento y -obviamente- por inspiración genuina del Espíritu Santo.
Amados: mucho trabajo tenemos que hacer en lo conducente de ser testimonio de Jesucristo. No debemos pecar ni tentar al Señor al querer jugar a ser agoreros o adivinos, tampoco tenemos que priorizar demasiado esto de anunciar los tiempos últimos. No venimos a eso, sino que recordemos tenemos que hacer crecer a nuestros niños espirituales para crezcan y se disemine la palabra de salvación de modo más eficiente, pues los tiempos se acercan. Somos agentes de testimonio para poblar el cielo nuevo y la tierra nueva por medio del evangelio de Cristo pues así procederán al arrepentimiento. Eso es lo que tenemos que anunciar: aún hay mucho espacio disponible en la futura Patria Celestial.
Espero amados hermanos en Cristo, haber sido claro, pues como dije, pido por las almas que inician en este precioso camino en el Señor Jesús sean fortalecidas con la Verdad y no debilitadas con mensajes confusos. El Padre tuvo piedad de mí y me guardó en mi inocencia y conforme fui creciendo fue destruyendo todos esos elementos horribles y aciagos que me llegaron a atemorizar, pues preferí creer a Jesucristo que oír a esos temores infundados por niños espirituales. El Señor está con ellos, así como conmigo y con ustedes amados hermanos. No difundamos el miedo, sino el amor.
P.D. próximamente en el mes de marzo ya podrán descargar gratuitamente el Libro “Jesucristo, fuente de vida espiritual” estén pendientes hermanos.
La paz del Señor Jesús es con todos ustedes amados hermanos, amén.
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