Amados hermanos en la fe que nos une en torno al Señor Jesús, el Autor y consumador de nuestra fe: paz, salud, amor y restauración en su Espíritu, los de México los saludamos con gran amor, fe y esperanza que seremos redimidos y reinaremos con Jesucristo, amén.
En el blog anterior leímos acerca de la primera confusión perversa que impacta en la actuación y testimonio de la iglesia por el indebido intercambio de roles en los ministerios entre niños y adultos, ya sea por ignorancia o malicia que muchos indoctos lanzan fábulas mentirosas acerca de los últimos tiempos y las congregaciones las toman como absoluta verdad sin examinarlas antes, según lo mandatado por el Espíritu.
Ahora, como adultos y hablando de adulto a adulto en el Espíritu, pondré a su consideración amable hermano que me lee lo siguiente, para que deguste, vea y juzgue lo que en su congregación ocurre según el Espíritu le revele y no su carne o intelecto humano, como lo establece el Señor Jesús justo antes de ascender en Hechos 1:8: “pero recibiréis poder, cuando haya venido el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta en lo último de la tierra”; y también se le reveló a Pablo en la segunda parte del versículo: 1ª Corintios 13:11: “… mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”.
El concepto “últimos tiempos” tiene muchos enfoques, tantos que no me es permitido verlos todos por la inmensidad de la extensión de la Voluntad de Dios en este tópico, pero sí puedo decirle que los que el Padre me ha considerado ser apto para degustarlos y saborearlos por la mente de Cristo en mí y con la guía del Espíritu Santo hay mucha leuda perversa.
Para empezar, “últimos tiempos” debe definirse como una etapa final del dolor, el pecado y la influencia de la muerte en la humanidad. Es decir, el fin de nuestras prisiones como especie creada y la absolución total del pecado de Adán que hasta el día de hoy pesa sobre nosotros los varones al ser carne humana y del pecado de Eva sobre las mujeres que también pesa sobre ellas en virtud que también son carne humana. ¿incluye a los creyentes? Ciertamente, porque esta rebeldía quedó pegada en la química de este entorno para que no contaminase nuestra alma y con la sangre de Cristo al ser limpiados aspiramos a ser espirituales y ya no más carnales. Pero ¿qué sucede? Que en las congregaciones y al mundo se les anuncia y predica el “fin de todo”, como si ya nada estuviese después del “fin”. Pareciera que anunciaran muchos una exterminación y no una absolución.
Como confusión perversa número dos, anuncian destinos falsos, confusos, a modo para engañar. La Escritura revela a los adultos que al morir quienes creemos en Jesucristo, iremos al paraíso, pues los creyentes somos como ese ladrón a quien Dios no le imputó pecado, siendo absuelto y profetizado por el mismo Señor Jesús al lugar donde nuestra alma estará en gozo en espera de la redención y premiación con los galardones. No es el cielo ni el seno de Abraham.
Para las almas que mueren sin Cristo no es el infierno, sino el hades, el lugar de los muertos, pues ellos también esperarán que su sentencia de muerte se ejecute al ser resucitados después de nosotros para ser lanzados luego al lago de fuego y azufre eternos, la muerte segunda. No hay segundas oportunidades, excepciones ni purgatorios.
Y de alguna manera, confunden esto con los finales tiempos, no sé por qué, si es tan clara la referencia. Toda alma, desde Adán hasta el último que muera enfrentará su único destino, el que haya elegido. Parábolas hay que lo expliquen y que no es mi propósito hoy, para no perder el hilo del tema que nos ocupa.
La tercera confusión perversa es la necedad de injertar el destino de Israel a la iglesia. Las profecías del antiguo testamento las revuelven con el Apocalipsis y, esta melcocha es veneno peligroso -por cuanto no deben olvidar el Apocalipsis tiene sello por el mismo Señor Jesús de quienes tontamente agreguen o quiten palabras a tal profecía del Hijo de Dios ya en su esencia de Rey de Reyes y Señor de Señores- que intoxica almas. No tenemos parte ni suerte con ese pueblo. Nosotros somos el pueblo espiritual de Dios, ellos solamente el pueblo físico. Nosotros, de hecho, somos hechos hijos, por causa de nuestra indignidad primera y por nuestra fe primera; ellos son los siervos, por cuanto al ser dignos primeramente y como Esaú, vendieron su primogenitura por un caldo rojo (esparcir la sangre de Jesucristo sobre la Tierra). Ahora nosotros somos el Jacob y ellos el Esaú, por gracia de Jesucristo. Por si fuera poco, el judaísmo jamás tendrá fruto, Jesucristo maldijo y secó y esa higuera, de una vez y para siempre, así que no hay vida en esa higuera religiosa.
Lo que está escrito en las profecías antiguas es en pocas palabras la restauración de Israel en los términos de Cristo, es decir, cuando venga Jesucristo como Rey Vencedor, él será el rey que sustituya a David, será el consejero mayor a Salomón, el sumo sacerdote mayor a Aarón y Melquisedec juntos, será el Juez sobre Moisés, Josué, Jefté, Gedeón, etc. Toda honra, gloria poder y majestad serán solo para él, el Cordero Inmolado de Dios y sólo el remanente de las doce tribus esparcidas lo entenderá. El resto, bueno, querrá emular a la generación mala y adúltera pero ahora pagarán la sangre derramada con su vida al aliarse con el anticristo, la bestia, el falso profeta cuando pretendan reinstalar el sacrificio de animales al rito antiguo, la blasfemia nombrada en Apocalipsis.
En cuanto a nosotros los hijos, lo que se nos revela es que guardemos nuestro testimonio según el Espíritu en que fuimos llamados, no tengamos miedo a ser sacrificados por cuestión de la sana doctrina y amor a Jesucristo, nos guardemos en Jesucristo, su amor puro. Nos declara el mismo Señor Jesucristo que las copas, ayes y trompetas son para que sigamos trabajando en ser perfectos, no para inspirar desesperanza, terror, inseguridad y paranoia colectiva. Solo quienes tengan la unción del Espíritu Santo tendrán vista perfecta para avisar cómo transcurre el reloj que Cristo nos dejó en Apocalipsis. Así que, no teman, porque todavía falta muy poco tiempo y sea lo que sea, seremos redimidos. Así que, como las viudas prudentes, no dejemos la llama se apague en nuestra alma del Espíritu Santo.
La cuarta confusión, la más perversa, es dar con el día y hora de la llegada de nuestro Señor Jesucristo a la Tierra. Le ahorro tiempo, dinero, esfuerzo y pánico: Nadie en esta tierra lo sabrá. Nadie, nadie, nadie. Nadie. Simplemente vendrá y listo. Fácil, rápido y sencillo. Esto es trampa del diablo para perder a muchos buscando esta información y no predicar el amor, la vida eterna y la salvación. Que haya pistas para saber cuándo se acerca no quiere decir den pistas para dar la fecha exacta. Aunque nuestro calendario no es Israel, sino lo revelado por el Espíritu Santo al espíritu de las iglesias, el reloj hebreo es una referencia para lo hebreo, es decir los creyentes cuyo origen es una de las doce tribus y no lo judío (la falsa religión que quiere imponer la ley mosaica como única). La religión judía ya fue echada fuera, por haber negado al Cordero de Dios y la nueva blasfemia es judaizar todo, queriendo echar afuera a Cristo. Y el Espíritu Santo da otra pista: cuando Cristo esté a punto de ser echado afuera de su propia iglesia, entonces él vendrá (ocaso de Laodicea). Otra más, cuando ya prácticamente no haya fe en la Tierra hacia Cristo o Dios, ahí vendrá. ¿Cómo medir eso si no es por el Espíritu Santo?
La quinta confusión es meter al mundo en la profecía de Cristo. Que si Rusia y China son Gog y Magog, que si en Luxemburgo está la computadora llamada la Bestia, que si la Comunidad Económica Europea y su euro, los terremotos cada vez más frecuentes, los códigos de barras, huracanes y tifones, que si el Krakatoa, Monte Santa Elena, la falla de San Andrés, el famoso calentamiento global y aún el famoso asteroide que caerá sobre la tierra como cayó otro en la fábula de la edad de los dinosaurios, el chip insertado para dominar mentes, las vacunas que crearán zombis, y un gigantesco etcétera son las noticias de las congregaciones en lugar de predicar la vida eterna. Nada de esto tiene correlación y no es sano, justo, necesario y sabio dedicar tiempo en alimentar cadenas de miedo entre creyentes e inconversos. No podemos revolver lo santo con lo inmundo y si, alguno quiere saber más, que pida revelación al Padre en el nombre del Señor Jesucristo. Y lo que el Padre revele es para darnos paz, confianza en Jesucristo, no para ganar portadas exclusivas o vanidad mediática.
De esta forma, el concepto doctrinal de los últimos tiempos debe considerarse tan solo como el recordatorio de estudiar antes del examen sorpresa. No debe ser una doctrina top: es importante, sí; pero no por encima de ejercitar el amor, renunciarse, acrecentar la fe en buenas obras, predicar el evangelio de Jesucristo, entre otras acciones.
Así que, hermanos amados, menos traumas y miedos que no son de Dios, pues hijos del Dios de paz somos y además, siervos del Señor Jesús, amoroso y cuidador nuestro, amén. La paz y gracia del Señor Jesucristo está en ustedes amados hermanos, amén.
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