Saludos en el nombre del Señor Jesús. Bendiciones de lo Alto hacia todos nuestros lectores, quienes conjuntamente con nosotros estamos en este peregrinar temporal buscando cada día agradarle y ser testimonios vivos del amor de Dios hacia la humanidad por medio del sacrificio del Señor Jesucristo en la cruz, para que así no haya pretexto para decir Dios ha olvidado su creación.
Este amor infinito implicó fraguar un plan por demás excelso, perfecto y a la verdad la única solución posible (la otra era destruir todo desde un principio, más en ese caso ¿qué amor o misericordia pudiese ser?). La idea de este plan, amados creyentes es restaurar el ministerio de alabanza a Dios robado por Lucifer, pues escrito está que él era perfecto hasta que se halló en él maldad. A partir de este momento, hubo un importante número de sucesos que desencadenaron fuésemos creados, para sustituir a ese montón de rebeldes, a quienes Dios les perdonó la vida, pues son creación suya y, ante todo, Él es amor y misericordia. Sin embargo, lo que no le perdonó fue la sentencia, la cual a su tiempo daría.
Entonces nosotros fuimos hechos para ser un segundo testimonio de Su poder y nos creó para estar en plena comunión con Él, tuvimos en aquellos días una comunicación prácticamente cara a cara pues también fuimos perfectos hasta que al género humano se le hizo caer. El hombre, después de esto, buscó según su manera de querer reconciliarse con Dios. Desde los primeros hombres se testifica de Abel y Caín, dos modos de querer servir a Dios.
Así sucesivamente hasta llegar a los tiempos de la nación de Israel, en donde Dios impuso el ayuno como modo de renunciarse a los placeres de las viandas, pues tanto el alimento como el vino entorpecían la comunión con Él y el corazón de los hombres se quedaba atorado por la efímera sensación de placer y amor a lo de abajo. Una sensualidad ciertamente demasiado corta, pero precisamente por esto el humano perdió el rumbo de buscar la misericordia de Dios. También hay otros tipos de ayuno como, por ejemplo, guardarse en casa, no ver la opulencia de civilizaciones ajenas, no confesar a ídolos en lugar de Él, etcétera.
De manera que, con el paso de los años y siglos, lo que empezó como un mandado de renunciación primario terminó siendo una pasarela de hipocresía, maldad, iniquidad y soberbia ante los ojos de Dios. El ayuno, además, es ahora un instrumento de tortura mental, espiritual y físico que debilita y solo concede el ingreso de espíritus, demonios y fractura aún más la débil relación del hombre natural para con Dios. ¿Por qué digo esto? Porque ahora, religiones, mundo y diablo usan este instrumento de origen divino para engañar multitudes usándolo inadecuadamente -como poner un ejemplo, usan el martillo usando el mango de madera asiéndolo por la cabeza de metal para martillar-.
Trayendo esta meditación por el Espíritu a una práctica actual, considerar la celebración de año nuevo. Se tiene por costumbre religiosa (pues todos creen que de alguna manera así rinden tributo a Dios, pero solo se rinden tributo a sí mismos) tomar doce uvas, declarar una promesa de cambio para cada mes al tiempo de comerla en los últimos doce minutos del periodo que conocemos como año calendario. Otros desviados más incluso usan maletas, ropa interior de específicos colores sin saber realizan prácticas de adivinación al asumir esto les traerá “suerte y prosperidad” en el siguiente ciclo de tiempo ya especificado. Pero ¿lo hacen? No, porque Dios todo esto lo tiene por horrenda abominación, dado que en ninguna parte de la escritura se tiene este mandato y por si fuera poco, unos a otros se profetizan vanamente -en el nombre de nos sabemos quién- llenándose su corazón, mente y alma de la misma suciedad que Lucifer llenó sus entrañas cuando decidió querer compararse a Dios.
Entonces ¿Por qué el Señor Jesús despreció este andar cuando anduvo en la Tierra? Porque no solamente desde los cielos, sino desde aquí mismo en la Tierra él atestiguó el fraude de esta práctica, para acallar y someter voluntades a un sistema esclavista y dogmático. Casualmente, todas las religiones imponen sus periodos de ayuno, algo que copiaron del judaísmo. Y cuando el Señor Jesús maldijo a la higuera, es porque entre muchas otras cosas más, este ayuno hipócrita es una ofensa a Dios, nuestro Padre. El mismo Cristo profetizó que mientras el esposo estuviera entre los miembros de la familia, habría gozo, pero cuando le fuera quitado, ayunarían. Esto se cumplió tan pronto él ascendió, porque hasta que él no venga de nuevo y restaure todas las cosas, por así decirlo, estamos en periodo de ayuno. ¿Cómo o en qué consiste este ayuno en los términos de Cristo? En el precioso camino de la renunciación, pero esta renuncia no se basa en obras humanas, sino en las obras de Dios a través del Espíritu Santo. De este modo, nuestro Dios y Padre le cierra la puerta al estorbo de la carne, jamás habrá vanidad ni vacuidad en el corazón y evita que el adversario de nuevo sabotee esta comunicación genuina con sus hijos espirituales dispersos en todo el orbe.
Entonces amados, si alguno en verdad desea ayunar para Dios, ande como Cristo anduvo: deje de ser egoísta, vano, iracundo, indocto, rebelde, quejumbroso, insensato, por mencionar algunas características. Si alguien quiere presumir de buenas obras, sirva a los demás, deje todo atrás, cargue su cruz y siga al Hijo de Dios confesándole Señor, Maestro, Salvador, Pastor y Obispo todos los días de su vida. ¿Quiere alguien ofrendar al Altísimo algo valioso? Deje a su padre, madre, hermanos, cónyuge e hijos, a sí mismo e incluso su vida por amor a nuestro Señor Jesucristo. ¿Pretende alguien diezmar? Pague el diezmo correspondiente, vendiendo todo lo que tiene a precio justo para dárselo a las viudas, huérfanos, pobres y enfermos dentro de la iglesia. Y por si fuera poco esto, lave su cara y ande en gozo para que nadie sepa lo que hace sino solo Dios. ¿Lo hará alguien literal? No, porque para la carne todo lo anterior es imposible.
Pero para el Espíritu es más que posible. A través del bendito sendero de la renunciación genuina, creyendo a la palabra de Dios por boca de nuestro Señor Jesús y mediante la revelación paulatina del Espíritu Santo, estaremos preparados para realizar todo lo anterior y entonces sí, practicar el verdadero ayuno ¿Hasta cuándo? Hasta que él venga, a nosotros los de este tiempo lo digo hasta que partamos y a los futuros hasta que él venga. No sé cuándo venga, pero por fe sé que todavía faltan millones de almas que serán salvadas, así como nosotros. Y aquel tiempo o sazón no me es concedido saber en lo específico, más sí en lo general.
Así que hermanos, vayamos olvidándonos de hacer votos insulsos, promesas que si no las cimentamos con fe en el Espíritu romperemos. No hay necesidad de agregar afán ni angustia. Tan solo con ser obedientes, practicar el amor, tener fe y propagar la esperanza ya hacemos mucho. Nuestros yerros y aguijón de nuestra carne serán eventualmente borrados, así no se preocupe por eso, lo que limpia es la sangre de Cristo, lo que purifica es tener esperanza y quien da crecimiento es el Padre. No seamos parte de la esclavitud del mundo. Sea parte de la libertad de Cristo, precisamente a no jurar, no atarse con los dichos de la boca, sino en silenciosa humildad, él sabe qué es lo que queremos cambiar y así él concederá nuestras peticiones del corazón, pero es por su misericordia, no porque nosotros queramos. Misericordia quiero y no sacrificio y Gloria de hombres no recibo ha dicho el Señor, nada de lo que usted quiera dar en su humana psicología, sentir del alma falsamente romántico y vacuo “yo quiero hacer esto para el Señor” o “yo dejaré de hacer esto para Dios” Dios quiere. En pocas palabras, no es necesario el ayuno como lo propone el mundo para agradar al Padre o a Cristo.
La paz, amor, gracia y santidad de Dios por medio de Cristo Jesús, Señor y Salvador nuestro es en ustedes amados hermanos, amén.
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