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Editorial 351 - Las riquezas de este mundo y las riquezas espirituales

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 27 dic 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 5 ene 2021

Cierto hermano me sugirió hace tiempo las siguientes

recomendaciones espirituales: trabaja sin afán en lo secular,

pues si no tienes un ministerio directo del Señor Jesucristo

o de la iglesia a través de profecía; es imperioso agenciarse

el sustento para la familia. Esto es necesario para dar herencia

a los hijos, si no puedes dejarla, ora para que Dios les provea

de lo necesario y no tengan necesidad para con los de afuera.

Redime el tiempo buscando el pan de cada día, el Padre sigue

trabajando: haz tú lo mismo. Ten contentamiento con lo que tienes,

si de algo has sido prosperado comparte con los hermanos necesitados

y con aquellos que te lo solicitan, no debas a nadie y procura ahorrar

por si viene alguna prueba. No temas, Dios te proveerá hasta el último

de tus días. Hasta ahora he procurado seguirlas con la confianza que el

Señor Jesús está con su iglesia hasta el fin de nuestros Días. Amén


En el editorial 344 se abordó el tema de la pobreza -es necesario aclarar que los editoriales y los temas tratados en este blog son discernidos conforme a la luz del evangelio del Señor Jesucristo y por la doctrina apostólica inspirada y recordada por el Espíritu Santo-, por lo que en la información vertida no nos ocupa un asunto conforme a la perspectiva del mundo, toda vez que la sabiduría humana tiene un enfoque diferente a la visión espiritual.

Existen diversas clases de riquezas que rigen al mundo y para este editorial solo me concentraré solamente en una: las riquezas materiales o físicas (tangibles o intangibles concebidas desde el punto de vista de algo que se ve, se palpa, se disfruta y se posesiona), además de las riquezas espirituales señaladas en el libro de Mateo 6:

19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;

20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Lo más importante de este tema es señalar que no constituye una afrenta el ser ricos con trabajo, sabiduría, constancia, inclusive con herencia, sino el reconocer que la riqueza debe ser repartida en ayuda mutua entre los necesitados como lo enuncia en 1ª Timoteo 6:

17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;

19 atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida ETERNA.

y en secrecía como dice el ordenamiento del Señor Jesús “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda”.

La búsqueda de las riquezas físicas por consigna es un mal en la vida del hombre, el afán en concentrar riquezas provoca desviaciones, el Espíritu nos alerta que es raíz de todos los males. En la parábola del sembrador señala en Mateo 13: 22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Esto quiere decir que las riquezas constituyen un gran peligro para la vida espiritual de los hermanos, quienes deberán de ser sabios en la salvación y tener contentamiento con lo que se tiene. La salvación de un hermano rico es verdadera por fe, de una vez por todas se debe aclarar el siguiente pasaje bíblico a fin de corroborar lo anteriormente escrito, Lucas 18:

18 Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.

20 Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.

21 Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.22 Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

23 Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

24 Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

25 Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

26 Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?

27 Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.

28 Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido.

29 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios,

30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

El diálogo inicia con una pregunta “cómo heredar la vida eterna” para después de contestar como en la ley lo señala, luego le explica lo que hay que hacer en la nueva vida espiritual en la cual Jesús es el único maestro autorizado por Dios: vende lo que tienes y dalo a los pobres, la promesa por esa acción es que tendrás tesoros en el cielo y lo invita a seguirlo, esta recomendación es vital para dar a conocer que su corazón estaba con la ley, no en creer y seguirlo, es difícil renunciar a las riquezas se puede hacer mil cosas, pero no dejar de ser rico y mucho menos seguir a Cristo.

El Señor Jesús asevera que es difícil que el reino de Dios -o sea en el poder de Dios y de Jesucristo- entre en el corazón de los hombres, porque se limita por las riquezas que posee: lo material es más que lo espiritual para esos ricos. Después Pedro asevera que han dejado todo y han consentido en seguirlo y el Señor Jesús asiente con certidumbre que van a recibir en este tiempo y en la vida eterna. Debe quedar claro y explicado que las riquezas materiales son pasajeras, efímeras, temporales y sólo trasciende a un radio de acción limitado, en cambio las riquezas espirituales tienen un poder absoluto para esta vida y la postrera.

Las riquezas en el mundo son desordenadas, vacías, llenas de hastío que producen prepotencia, arrogancia y altanería, el verdadero equilibrio es el repartir con sabiduría para suplir y satisfacer las necesidades de aquellos que requieran cubrir sus carencias y penurias.

¿Cuál sería la riqueza espiritual a la que todos los hijos de Dios debemos de anhelar y buscar en nuestra vida en este mundo? Cumplir el propósito de Dios en nuestra vida como se establece en Efesios 3:

16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

y comprender a qué condición nos ha elegido para vivir la salvación y la vida eterna en el mundo y en la eternidad como lo escribe Pablo en la misma carta de Efesios 1:

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

y esto amigo lector obedece vivir en el Espíritu según Filipenses 4:

19 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

El Padre ha manifestado poseer una riqueza de amor y misericordia al habernos escogido para salvación confirmando que el bendito Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo como se puede leer en Romanos 2:

4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

¿Quiénes éramos nosotros para que el Señor se fijara y otorgarnos la salvación y la vida eterna como lo dice el mismo libro de Romanos 9:23: y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria? Somos poseedores de las riquezas de amor que Dios nos ha otorgado

Es importante mencionar que si habría que elegir entre las riquezas del mundo y las riquezas espirituales lo mejor y lo de mayor alcance espiritual lo constituiría las riquezas espirituales, por eso los poseedores de las riquezas materiales deberán repartirlas con liberalidad a los hermanos que trabajan en la difusión del evangelio, en los hermanos necesitados, en los servicios a las viudas y huérfanos, en las buenas dádivas al prójimo: una cosa cierta lo es “el que da, siempre tendrá para dar”. Os exhortamos ricos de este mundo a dar al pobre, porque el que da al pobre a Dios presta y esto es algo maravilloso cuando vengan los días malos, el bendito Padre se acordará de todas tus dádivas con el corazón.

Y los que posean las riquezas espirituales las deberán de dar a conocer, de esparcir, de manifestar para ser testimonio de la bondad y amor de Dios para con todos, tengamos como norma en la vida espiritual compartir lo que se nos ha dado; si es servicio, algún bien material, alguna consolación, intercesión o enseñanza estemos prestos y atentos a otorgarla de corazón. Es esa nuestra labor distribuirla gratuitamente las riquezas inescrutables de Cristo.

En Colosenses está escrito 2: 2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo. Comprendamos su infinito amor depositado en nosotros al ser partícipes de la promesa a los colosenses, de acuerdo con Colosenses 1:27: a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Sean sabios y entendidos los poseedores de las riquezas de este siglo ya que constituyen la fuente para destruir al maligno al distribuirlas en los necesitados, de no hacerlo ciertamente estarán dando un paso a perderse del reino de Dios en sus vidas. Lo mejor es participar de las riquezas espirituales que nos son otorgados por vivir en fe por el Espíritu. No importa en la condición en que nos encontremos, se debe trabajar para sustentar con el pan de vida (Jesucristo) a todos aquellos que lo demanden y la recompensa será mayor para la eternidad. Amén.

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