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Cierre de Apocalipsis 1: Exhortación a la iglesia

Gracia y paz de Cristo a ustedes, amados lectores, por estar leyendo estas publicaciones, pues honramos el glorioso nombre de nuestro Señor Jesucristo al darle toda la gloria, el poder y la magnificencia, por los siglos de los siglos, amén. Sean ustedes llenos de todo amor, fe y esperanza en nuestro Salvador y Señor.

En la segunda parte de este capítulo, comienzan las instrucciones dadas al apóstol Juan por el ángel después de mostrarle toda esta revelación del futuro -pues en su espíritu viajó por el Espíritu- en el pasaje de Apocalipsis, 22:6-11, que comienza diciendo que las palabras dichas a él son fieles (inmutables) y verdaderas (no ficción). Menciona que el Dios de los espíritus de los profetas (el Padre) envió a su ángel para que Juan fuese informado y escribiese de estos actos futuros. Menciona a los profetas, porque al igual que Juan, hablaron de cosas futuras como presentes; así como en el pueblo de Israel ahora en la iglesia debemos estar informados y preparados.

Hay una bienaventuranza más para los que creemos en Jesucristo guardamos su testimonio: si guardamos las palabras de la profecía de este libro tendremos las recompensas halladas según el tiempo y la época que vivamos. Guardar su palabra significa leerla, comprenderla y practicarla; enseñarla conforme al Espíritu Santo. Luego el apóstol Juan atestigua en primera persona que en efecto, da fe y legalidad de que todo lo escrito es fidedigno y no es invención suya. Esto porque es necesario que haya testigos en carne y hueso de esto para que nadie desacredite lo escrito aquí.

En su misma debilidad por el asombro de todo lo visto quiso arrodillarse para adorar al ángel, quien se lo impidió diciendo que era consiervo de él, por cuanto era profeta y además de quienes creemos fielmente lo escrito en este libro. Y le recomienda: adora a Dios.

¿Por qué le dijo eso a Juan? Porque al igual que él, muchos revelados en Apocalipsis tenderán a postrarse en lo físico como señal de reconocimiento, pero es señal de debilidad humana y solamente Dios puede ser adorado. Por tanto, así como la mencionó a Juan, así es extensiva a nosotros.

Cierra la instrucción diciendo que no selle las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca y por tanto, es menester sea conocido para los santos de Dios en toda la Tierra en todas las épocas en lo que esta profecía siga vigente.

Y va más allá: El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. ¿Por qué? Porque el único digno de restaurar para Dios todas las cosas es Jesucristo, entonces mientras él no lo haga, que continúe el mundo su derrotero y así todos sigamos la voluntad de Dios: los no salvos en su oportunidad de serlo y los ya salvos en el testimonio correspondiente.

Hasta aquí terminan las instrucciones sobre que esta palabra no se oculte y sea enseñada por mandato de Dios al ángel para Juan. En el siguiente número, se culmina el libro profético de Apocalipsis con las instrucciones que ahora nos da nuestro Señor Jesucristo mismo, en su forma de Rey de Reyes, ya coronado y reinante.

La paz, gracia y sabiduría del Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, amén.

6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. 7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. 8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. 10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.



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