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Editorial 353 Carta a los hermanos establecidos en la República de Colombia

La paz, gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo es con todos ustedes amados creyentes y lectores de nuestro Señor Jesucristo. La verdad, nos goza mucho saber que desde su noble nación tengamos lectores y vemos que el celo por guardar los preceptos del Señor está en ustedes. Desde México, les enviamos un fraternal abrazo y deseamos estén guardados en la Roca de Salvación, nuestro Señor Jesucristo.

Amados de Dios y Cristo: necesario es que, además de rogar por las autoridades para que éstas se enfoquen a realizar su trabajo para el cual están puestas en tiempo, forma y calidad; lo es mucho más pedir por las almas de éstas y las de su entorno, para que el Señor tenga a bien tomarlas para sí.

Ahora bien, tenemos un entorno difícil en cuanto a economía, sociedad, fe, familia, salud, salud mental, entre otros aspectos; pero poderoso es nuestro Cordero Inmolado que, siendo fieles y viendo solo a él y no a lo que está en nuestro derredor, seremos librados. Escrito está que estas pruebas están creadas para redargüir al mundo a la Verdad y exhibir su maldad y mentiras. De modo que nosotros no somos parte de esa dinámica. Sin embargo, prueba de fe y esperanza constituye que no confiemos en el hombre, ni en nuestras fuerzas para que, si sentimos la pasamos mal, entre nosotros como congregación apoyarnos mutuamente, sabiendo de antemano que, quien da al pobre a Jehová presta y, quien da misericordia, recibe misericordia.

Esta mesa está puesta para que todos nos abalancemos gozosos y llenos de esperanza que hagamos las buenas obras: orar unos por otros, dar sin esperar recibir, dar con amor lo que se puede cuando se puede, pedir con humildad y sencillez sin abusar de la grey, ser ahorrativos en cosas vanas y no ser partícipes de las mundanidades de hipocresías en cuanto a cadenas de oración, donaciones a organizaciones que no sean nuestra propia hermandad en necesidad (viudas, huérfanos, hermanos ancianos, hermanos desempleados, hermanos enfermos, hermanos en situación de calle, hermanos con muchos hijos, etcétera), y claro, no a los ociosos, sino a los que en realidad padecen.

Lo que para el mundo es una prueba dolorosa, para nosotros debe ser gozosa. No debemos dejar de estar en comunión, en oración, en fe. Si están precisados en ir a trabajar, háganlo con fe y sean obedientes con las recomendaciones de su autoridad. Si trabajan desde casa, sean uno con los que no tienen empleo alguno. Si se ven en necesidad de conseguir un empleo, no dejen de rogar con fe por la ayuda al Creador, quien es nuestro Padre. Nuestro Padre es misericordioso, nunca lo olviden, pero desea que nos alineemos a lo que Él sabe es bueno para nosotros.

Si alguno tiene queja, quéjese en silencio para el Señor, exponga solo a Él sus motivos y ponga su corazón cimentado en la paz de nuestro Señor Jesucristo para que le de respuesta por revelación en el Espíritu.

Si alguno siente desesperanza, llanto y frustración, recuerde que, en oración con fe, gozo en la esperanza que seremos levantados con él y en el amor de la ayuda mutua, el Señor nos liberará de esto. También el Señor Jesucristo padeció por todos y lo sobrellevó por el Espíritu que tuvo en él cuando tuvo su carne. Por si fuera poco, estamos siendo todos dignos de vituperio, por causa del evangelio, dado que nuestra luz que es Cristo debe prevalecer sobre toda oscuridad.

Amados, el Señor viene pronto, no perdamos de vista esta esperanza que el mundo no tiene. Nuestro Señor Jesucristo restaurará todo y es necesario velemos y oremos porque el diablo acecha. El mundo quiere que llevemos sus cargas y no podemos hacer eso. Nuestra carne se llena de ansiedad e impaciencia y esto obra contra el Espíritu. De modo que no durmamos, alimentémonos de toda palabra de esperanza, el evangelio de la esperanza en la salvación, restauración y vida eterna. Aquí en el mundo nada es nuestro; pero en la eternidad, el Señor nos dará herencia eterna en su nueva creación, amén.

La paz, esperanza y gracia del Señor Jesucristo es en todos ustedes amados hermanos, amén.

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