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  • Foto del escritorCuerpo Editorial

Bienaventurados vuestros ojos y oídos, porque ven y oyen.

Que la gracia, la sabiduría, la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos.

Después de habernos dado enseñanza suprema con la parábola del sembrador dictada por nuestro Señor y Maestro Jesucristo, llega entonces el trasfondo de la vida espiritual y el propósito del por qué a Dios le ha placido organizar las cosas de su reino de esta manera.

En Mateo 13:10-17, se tiene lo anterior y nos goza enterarnos cuán importantes somos los que hemos sido elegidos desde antes de la fundación del mundo por el Padre para ser administradores de Su sabiduría eterna. ¡Amén! Leamos, pues el contenido del pasaje:

10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis.

15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,

Y con los oídos oyen pesadamente,

Y han cerrado sus ojos;

Para que no vean con los ojos,

Y oigan con los oídos,

Y con el corazón entiendan,

Y se conviertan,

Y yo los sane.

16 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. 17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.


Los discípulos, curiosos e intrigados por qué el Señor no les hablaba directamente el mensaje sino que lo hacía a través de analogías le propusieron esta cuestión, pues lo lógico es ser claros y concisos cuando se habla a una multitud.

Sin embargo, la sabiduría espiritual es mucho mayor a la terrenal y el Señor Jesús sabía lo importante del mensaje verdadero; por tanto, las perlas que tenía para dar no podía lanzarlas a la multitud porque entre el pueblo sabía había puercos que despedazarían el mensaje recto de Dios, lo cual por supuesto no iba a permitir.

Entonces, por parábolas y analogías los pondría a pensar, a cavilar y en ese ejercicio de ellos el pueblo podría ser libre de oír para creer entre los que entendieran el mensaje guardado en lenguaje figurado.

Además, cuando se da un mensaje público se da algo general no todo el ideario, pues eso se reserva a los que realmente comulgan con el pensamiento declarado. El Señor Jesús así lo estipuló y muchos discursantes lo practican hoy en día.

Entonces, la verdadera riqueza es el trasfondo espiritual de lo que se dice o escribe por el Espíritu Santo y el mundo no tiene acceso a tal valor, solo los elegidos. ¿Por qué? Porque el mundo no haría más que tergiversar o perder tal mensaje al ser contrario a sus intereses. Nadie que comulgue con el mundo tendrá acceso al conocimiento de Dios, de Cristo o de la voluntad de Dios.

La sentencia con la que el Señor Jesús emite esta verdad es que los que tengamos conocimiento de él tendremos más, progresivamente; en cambio, los que no, aun con lo que pudieran conocer de Dios les será quitado para quedar en total oscuridad y nosotros veamos las tonterías, paganismos, idolatrías y mentiras que crean al no tener información del cielo (Navidad, pasión, acción de gracias, advientos, filosofías, etcétera).

Con esto, se facilita la tarea de ver, oír y decidir desmarcarse del mundo, cuando nos vemos enfrente a una colosal afrenta a lo que Dios pide realmente en su nuevo pacto.

En su ignorancia, ceguera y sordera hacen lo que sus concupiscencias dictan quedando expuestos a la luz de la verdad que son falsos adoradores.

Se inició con Israel este juicio justo, porque tuvieron mucho tiempo bajo la guía de su Dios y la despreciaron por hacer su voluntad y ahora con palabras del mundo verían pero no observarían la enseñanza, oirían pero no captarían el mensaje porque están renuentes a ser enseñados pues su naturaleza no es ser de los hijos de Dios.

Ahora en estos tiempos es lo mismo, con Laodicea que es el último espíritu manifiesta esta misma actitud soberbia, imprudente y retadora al Señor Jesús, quien sin reparo llama a muchas congregaciones sinagogas de Satanás, porque se han arropado con falsas creencias y doctrinas, han tergiversado el mensaje de evangelización por el de colecta y el de fraternidad por estadística de asistencia y el poder del Espíritu por el poder de tendencia en el mundo con sus tibiezas.

Así que el Señor nos bienaventura a quienes, a pesar de toda la carga mediática por detener, manipular y pregonar falsos evangelios vemos sus malas obras y nos apartamos, oímos sus lisonjas y las echamos fuera y nos percatamos de sus hipocresías y no somos comparsas de ellos. Nos bienaventura porque con el pasar del tiempo será más difícil tener la mente, la vista y el oído finos y en cada generación habrá menos vencedores hasta que no quede ni uno, donde él vendrá a poner en orden todas las cosas. Bienaventurados porque resistiendo y manteniendo esta inercia por el poder del Espíritu Santo seremos vencedores en nuestra época.

Por último, nos bienaventura porque al darnos sus perlas, sabremos más sobre cómo agradar al Señor y Padre, ser más fieles a nuestro Redentor y ser mejores depositarios del Espíritu Santo, dejándolo fluir con total libertad en nuestro ser.

Que el amor, el gozo, la gracia y la paz del Señor Jesús esté en su espíritu, amados hermanos, amén.


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