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¡Ay del hombre por quien viene el tropiezo!

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Continuamos nuestra trayectoria de lectura meditada por medio del Espíritu Santo en cuanto al tema propuesto al Señor sobre quién es mayor en el reino de los cielos.

Mateo 18:6-9 dice lo siguiente.

6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

Para el Padre, los niños son mayores porque requieren todos los cuidados y para eso está Él. El Señor Jesús les llama “pequeñitos”, “hijitos”, “hermanos” porque también es el mayor de todos.

Esa es la razón por la cual son mayores, en el cuidado, prioridad en la formación y protección de la obra del enemigo de hacer malditos y condenados a quienes caen presas de su mal proceder.

En consecuencia, lo que acaba de leer tiene todo el sentido de ser: tan mayores e importantes somos que estamos expuestos al peligro de ser desviados en nuestro rol de creer, obedecer, confiar y esperar. Puede un ser de maldad engañar pretendiendo que habla en nombre de Dios y o que se haga pasar por Jesucristo. Esto lo digo como infantes espirituales, no que ahora nosotros seamos ingenuos. No. Sino que todo recién nacido está a merced de estos malvados seres inicuos.

Por eso el Señor Jesús los ubicó diciendo que no perdieran el tiempo en autocomplacerse, sino que ellos son colaboradores en el cuidado de los mayores tesoros -los niños-.

Y Cristo sentencia, no condena, sino que con autoridad dicta el destino de quien provoque que el amor perfecto de estos seres espirituales se tuerza su dirección y destino a otra parte y no a Dios. No quedará impune este criminal espiritual, sino que su mala obra será castigada a su tiempo.

Más adelante, el Señor Jesús reflexiona y comprende que en el mundo no hay perfección y nos advierte que este proceso habrá de continuar hasta que él no termine de restaurar todas las cosas. Es decir, nuestro deber es de ser vigilantes para que los recién creyentes no sean presas de falsos obreros es más que irrenunciable. Esto incluye al interior de la iglesia, no solamente su accionar con el mundo exterior. ¡Cuidado con los infiltrados, los lobos con piel de oveja! Estos son los hombres a quienes se refiere el título de esta meditación en Cristo Jesús.

Luego, nos dice el Señor Jesús que dentro del cuerpo habremos de cortar por lo sano si en alguna ocasión se detecta la presencia de estos maquinadores perversos ya en la congregación.

Perder la mano y el ojo no es literal, sino la funcionalidad. El Señor Jesús se refiere por “mano” a esos seres impresentables que se han hecho imprescindibles en lo material, operativo y funcional dentro de la iglesia. Esas personas voluntariosas, trabajadoras, que con sus labios dicen ser del Señor, pero que al igual que el Iscariote, traen doble agenda y buscan dividir, sustrayendo del tesoro espiritual sabiduría de lo Alto y la sustituyen por doctrinas de demonios, mandatos de hombres contumaces y los infantes creen y eso y se lo comen, pues confían en que quien se los da es de Dios y no lo es. ¿Comprendemos la importancia de esto? Estos son infiltrados en los ministerios de maestros, diáconos y viudas quienes atienden a la grey directamente.

Por “ojo”, habla de los visionarios, es decir, los pastores, obispos, ancianos, profetas y apóstoles quienes tienen a su cargo la administración de las ovejas de Cristo. Todos estos ministerios no están exentos de peligros. Recordemos que estos varones señalan el rumbo espiritual que la congregación camina, es decir, se aseguran que solamente JESUCRISTO sea quien se predique. No se puede dar otra oportunidad a quienes mientan usando el nombre del Señor en vano, tienen que ser echados fuera. ¿Por qué? Porque en este nivel el engaño es mayor y afecta a más creyentes. Si uno de estos puestos está ocupado por un diablo, estará causando mucha mortandad espiritual y provocará la destrucción de la congregación. Así ha sucedido en aquellos lugares donde no cuidaron la dignidad de su responsabilidad y dejaron meterse a falsos enviados quienes tomaron control de la grey y la desbandaron.

En casos extremos, toda una congregación puede terminar siendo una secta que no es Cristo y estos nunca fueron salvos, pero tuvieron la oportunidad de ser valientes y arrebatar el reino y claudicaron en eso. Por eso el Señor Jesús les lanza esta advertencia, porque ciertamente, aunque él no pierde a ninguno, se pierde quien no está destinado a creer y quien no se guarda a sí mismo en el amor de Jesucristo, pero no permitirá que estos malhechores que hicieron daño en su iglesia sean recompensados. Les niega la salvación y el perdón.

Así de simple.

Ahora bien, si ya se detecta esta plaga y peste ¡A tirar y echar fuera todo lo contaminado sin pereza o lástima! Mejor es quedar pocos, mejor es cortar por lo sano y mejor es sentir cansancio por la batalla espiritual que ser cobardes y por miedo o cuidar el “qué dirán” no accionar. Es el destino de los pequeños, los niños de Dios que el diablo quiere secuestrar y extraviar lo que está en juego.

No teman a esos impostores. La prioridad son los creyentes recién convertidos por sobre cualquiera que se autonombre alguien, enviado, revelado, mesías o profeta.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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