Editorial 317
- Cuerpo Editorial
- 3 may 2020
- 7 Min. de lectura

La paz del Señor Jesucristo en el Espíritu de todos nuestros lectores.
Sin duda estos tiempos hay que interpretarlos y dar lectura conforme al evangelio del Señor Jesucristo. Ya se ha comentado que estos tiempos son el laboratorio o el campo de experimentación que están realizando las organizaciones humanas mundiales para obtener el control de la humanidad y subyugarlo para el advenimiento del tiempo final.
Hoy más que nunca las religiones, denominaciones, sectas y organismos mundiales de conocimientos ocultistas han sido exhibidos y avergonzados ante sus seguidores que han visto que sus autoridades han sido rebasadas, humilladas y fracasadas al ser dominadas por los gobiernos del mundo. Aun cuando la guerra y el comercio entre las naciones se convertirán en el principal indicador de la aparición destructora del anticristo, es necesario calibrar las herramientas necesarias para la sumisión del mundo y por ello ensayarán los más diversos métodos, estrategias de comunicación, tecnología y ciencia que infundirán los miedos necesarios para conseguir la voluntad humana.
Es claro que estos tiempos forman parte de los últimos capítulos de la humanidad para voltear los ojos a Dios. ¿Pero qué está pasando en el hombre? ¿Dirige su atención a Dios? ¿Se vuelve a su Creador? ¿Ve a su Hijo Jesucristo como Salvador? Antes de este hecho de pandemia que está mitigando a la raza humana, el mundo se dirigía a un derrotero lleno de distractores, de envanecimientos, de falsos orgullos supremacistas, de odios regionales, de competencias científicas, de irrealizables sueños de conquistar el espacio y más.
Quienes estamos inmersos en el evangelio del Señor Jesucristo podemos discernir lo que se encuentra detrás de esta contingencia de salud que azota al mundo y la cual trataremos de una forma breve y sencilla para comprender que muchas de las medidas están en contra de la palabra del Señor Jesucristo.
Primeramente, tenemos que apropiarnos de la paz del Señor Jesucristo, en nuestro blog hemos enseñado que la paz es esencial en la vida espiritual de los hijos de Dios y en ese estado difícilmente nos moverán de nuestra roca de salvación. Por ello, sabemos que nosotros estamos seguros y confiados en el ser más poderoso del Universo y al cual tiene todas las potestades en el cielo como en la tierra, así que con esta paz no hay que temer y se aplica la verdad escrita en el nuevo testamento: en el amor perfecto no hay temor. Sigamos en nuestro quehacer cotidiano: trabajar desde casa o fuera de ella, en trabajar en nuestro oficio, predicar el evangelio, dar testimonio de Cristo al salir, sin temor alguno.
Segundo: el hombre está hecho para trabajar, es un mandato de Dios desde el inicio de este mundo. La orden de confinar al hombre en sus casas por el temor de un virus microscópico, verdaderamente ofende al poder supremo de un Dios quien creó los cielos y la tierra y va en contra de un mandato de nuestro Padre desde los inicios de su creación. Nada puede existir sin la voluntad de Dios. Debemos de confiar en Su palabra y en Su poder. Sin embargo, por testimonio los que deban de trabajar, ármense con la fe del poder protector del Padre en el nombre del Señor Jesús al salir y estarán bien. No tanto por las medidas precautorias, sino porque el poder de la palabra es la manifestación de fe en hechos que es contada por justicia.
Tercero: El Señor Jesús nos ha llamado a libertad. El confinamiento nos esclaviza y nos vuelve inermes, pobres y débiles y a los gobiernos los enferma en sus debilidades para depender de los organismos internacionales y controlar su economía. El hombre tiene que ganarse el pan con su trabajo, no depender de subsidios o dádivas que generan enfermizas actitudes y aptitudes del hombre. No debemos ser víctimas crédulas, sino que, en el tenor de libertad, si debo salir, saldré respetando las leyes locales. Si alguien me pregunta: “¿y no tienes miedo?” la respuesta es: “No, porque el Señor Jesús es conmigo. El Padre me guarda de todo mal”. Esta es la libertad de acción que como hijos de Dios debemos profesar, pero no para cosas vanas o mundanas, sino trabajar, comprar víveres y en el caso de sus siervos, predicar la palabra de Jesucristo.
Cuarto: La escritura menciona que la ciencia humana es falsa, la verdadera ciencia procede de la sabiduría e inteligencia y conocimiento de Dios. Tratan de engañarnos en pleno siglo XXI que dependemos del descubrimiento del hombre para erradicar un virus mundial y el cual aún no se ha descubierto. En el nombre del Señor Jesucristo los hijos de Dios estamos vacunados con el Espíritu Santo que mora en nuestro interior y que cuenta con todo el poder de lo Alto. La ciencia de hoy en día es limitada: no es de abrogarla, sino evitar adorarla como verdad suprema. Estos conocimientos son permisiones de parte del Altísimo a los investigadores; mas nosotros tenemos acceso a la profundidad si en fe lo pedimos y hay propósito por el Espíritu Santo. Entonces si alguien viene y me dice: “es que los doctores, los científicos, los especialistas dicen…” la respuesta es: “’Clama a Mí y Yo te responderé’ ha dicho el Señor”. La parábola del centurión, la mujer sirofenicia, ¡los leprosos! Son algunos ejemplos escritos en el nuevo testamento.
Quinto: las medidas de control impuestas como retenes, filtros y medidas viales para ahogar la movilidad, constituye un experimento y una advertencia de los ordenamientos que se tomarán en los tiempos de la marca de la bestia para engañar a la humanidad. Debemos ser sabios y entendidos de educar a nuestros hijos y nietos que el fin se acerca y ellos como futuros adultos creyentes de Jesucristo tendrán que estar listos para no perder su galardón. No con miedo, sino con fe, seguridad y fortaleza.
Sexto: ante las circunstancias actuales han profundizado en valorar en exaltar la ocupación de creaturas humanas como médicos, laboratoristas, enfermeras, etc. Cuando el único exaltado debería de ser el Padre a través del Señor Jesucristo. Creer que el gremio médico es salvaguarda de la salud pública constituye un acto soez de idolatría y el Señor es celoso al respecto. Si la insensatez de gobiernos no hubiese dicho tal cosa, tal mortandad entre ellos no aconteciese. La idolatría es un pecado muy sutil. Las gracias son a Dios, nuestro Padre Sanador, por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.
Séptimo: la palabra del Señor Jesucristo es para siempre, él es el mismo ayer, hoy y siempre; es absoluto, él está y estará con nosotros hasta el fin de los siglos. Los hermanos con el poder del Espíritu Santo se encuentran investidos para sanar toda enfermedad o dolencia. Los ancianos deben de estar preparados para orar por los enfermos y estos sanarán, dado que es necesario algunos caigan en enfermedad para que el poder de Dios se manifieste. Si llegase a existir un caso ¡imponer manos con fe y el poder de sanación se manifestará!
Octavo: los tiempos ya han sido diseñados por Dios desde antes de la fundación del mundo, esto ya aconteció en los planes de nuestro Padre, es necesario conocer el propósito de cada uno de sus hijos en el lugar que habitan para ser files testigos del poder del Señor Jesucristo y vivir en el testimonio vivo para con los del mundo. Nuestro testimonio es jamás demostrar miedo o inseguridad. Siempre con la frente en alto, seguros y confiados que el Padre, donde quiera que estemos, nos guardará. No hacer segunda en comentarios de miedo, pánico, segregaciones, porque no es buen proceder del Espíritu, sino maliciosa obra de la carne.
Noveno: Estos tiempos confirman los principios de la congregación de Jesucristo (donde dos o más se reúnan en su nombre estará en medio de los congregados) y el establecimiento de la localidad, la iglesia debe de congregarse localmente. La sana distancia impuesta por el mundo no aplica al poder de la iglesia de Jesucristo (si tenemos el Espíritu Santo de Dios ¿qué mal nos puede aquejar?). Esta pandemia NO ES EXCUSA para no congregarnos, para no celebrar la Cena del Señor Jesucristo y no tener comunión espiritual (no social) con otros hermanos en la fe.
Décimo: Los siervos del Señor Jesucristo que están trabajando fielmente en la obra de evangelización constituye el cumplimiento de lo que está escrito en 2ª Corintios 6, referente a la gracia de predicar en el tiempo aceptable del día de la salvación. Ahora, que por la pandemia las personas están en sus casas, es oportunidad de anunciar mejor la palabra salvadora de nuestro Señor Jesucristo. Hermanos evangelistas y apóstoles: NO TEMAN, el Señor Jesús es su fortaleza, no desmayen y no se aparten de su ministerio. Esta prueba NO ES PARA NOSOTROS, sino para el mundo: para avergonzarlo que está desprovisto de Dios y que solo a través del Señor Jesucristo puede ser restaurado.
La pregunta ¿qué hacer los hijos de Dios por la fe en Jesucristo en estos tiempos? Aplicar la fe, tener esperanza y vivir en amor en la iglesia de Dios que se reúne en el nombre del Señor Jesucristo y que se encuentra en el espíritu de Filadelfia al cual transcribimos literalmente lo que está escrito en Apocalipsis capítulo tres:
7 escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. 10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. 11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Oremos hermanos de día y de noche por nuestras autoridades para que no sean engañadas por el enemigo de Dios (el príncipe de este mundo) y se vuelvan a buscar al consejo de nuestro Señor Jesucristo. Amén.