Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual, codiciando algunos, se extraviaron de
- Cuerpo Editorial
- 26 abr 2020
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Amados hermanos en la fe de nuestro Señor Jesucristo: la paz verdadera, el amor incorruptible, la fe perfecta de nuestro Señor Jesús estén en su espíritu, firmes como las estrellas están fijas en los cielos de nuestro Dios y Padre, amén.
Amados de Dios y del Señor Jesús, mantengamos la esperanza en el Señor Jesús en este acontecer mundial de la plaga de cuadro infeccioso. No dejemos que el vaivén de noticias de entes y seres mentirosos hacen para crear pánico y sacar provecho en todo. Nuestra fe sustentada en el amor y esperanza en Jesucristo, nos tiene a salvo.
Comenzamos el día de hoy con el último capítulo de la primera carta escrita a Timoteo, el sexto, en sus versículos 1 al 10.
Este capítulo resulta interesante puesto que el apóstol por el Espíritu nos amonesta a ser honrados, mesurados y agradecidos con nuestro Padre, a través del Señor Jesucristo por lo que nos ha brindado, tanto en lo espiritual como en lo secular.
En los primeros dos versículos se habla de la relación esclavo-amo; sin embargo, ahora se extrapola a empleado-jefe; subordinado-líder y dueño-encargado, por mencionar algunas de las múltiples relaciones laborales que existen hoy día.
El primer verso declara que los que estemos debajo de las líneas de autoridad manda el Señor que debemos darle todo el respeto, la honra y obediencia necesarios; aunque no por ellos, sino porque: si no obedeces a quien ves ¿cómo pretendes obedecer a quien no ves? La moraleja, por así decirlo, es ejercitarnos en la obediencia pura, es decir, no ser rebeldes, contestones o condicionadores, dado que nuestro Padre se brinda en misericordia, gracia y vida eterna sin estas actitudes y el Señor Jesús no escatimó ni siquiera con su vida para darnos salvación con su sacrificio.
En cuanto al segundo, hace la añadidura que si los que están sobre nosotros además son creyentes, por ningún motivo debemos sacar ventaja de ello, utilizando nuestra fe y hermandad en Cristo como excusa perversa de obligar al hermano patrón a caer en la acepción de personas mediante un trato desigual, con privilegios a unos y sobre cargas a otros. No puede tampoco menoscabarse la autoridad de ellos en las horas laborables, porque ellos tienen su propio testimonio que dar ante el Padre. No podemos serles estorbo alguno, para que tampoco el diablo no tome partida en estas cuestiones.
No podemos enseñar otra cosa más que lo que sigue: justicia, equidad y misericordia. Justicia para premiar a los buenos empleados y corregir a los que hacen mal; equidad, pues por causa del mundo todos los empleados son iguales según rangos y responsabilidades en las empresas o negocios; del mismo modo que en general, somos iguales ante Cristo para salvación, así también todos somos iguales de acceder a un salario según nuestro contrato. Misericordia, porque el patrón quien es creyente debe dar el paso extra que es ver por sus empleados en todo lo que le corresponda observar: salario, condiciones laborales y beneficios que cada territorio tenga reglamentado. Así, el creyente (por causa de Cristo) debe también dar el paso extra a su patrón creyente y dar lo mejor de sí, no como sirviendo al ojo, sino a Cristo mismo.
Piedad y contentamiento, los puntos centrales de esta disertación, representan al pan de cada día que debe agenciarse cada empleado con su jornada diaria.
No solamente en la doctrina, el mover dentro de la grey, sino en el quehacer externo, el testimonio afuera para salvación de otros, vergüenza del malo y exhibición sutil de los perversos.
El hermano quien escribe por revelación del Espíritu Santo, medita acerca de dos mensajes simultáneos en esta sección: para los trabajadores del evangelio (misioneros de Cristo) y los hermanos trabajadores (quienes no tenemos ministerio expreso de Cristo, pero sí responsabilidades en esta tierra). Tanto unos como otros estamos sujetos a esta palabra.
Ningún siervo puede menospreciar a su señor (habla el hermano a ambos destinatarios del mensaje) desobedeciéndole; puesto que el peligro es el envanecimiento, ser contencioso contra su autoridad (Cristo en los primeros y el jefe en los segundos) cuyos resultados son la envidia, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de malévolos que toman la piedad como mercancía de la cual se obtengan réditos. Personas de este tipo hay que apartarlas tan pronto se den a notar. ¿Por qué? Porque es igual a querer encender un cerillo en un ambiente lleno de vapores de gasolina.
El Señor Jesucristo, por medio del Espíritu permite veamos estas actitudes y por el bien de la iglesia o nuestro trabajo actuemos conforme a uno de los poderes que nos es dado: tomar decisiones y ejercer nuestro reinado como representantes de Dios y Cristo.
Los siervos de Jesucristo no pueden aspirar a beneficios y ganancias mundanas: honra, dinero, fama por cambiar la sana doctrina a mensajes a modo, al gusto de oyentes necios. Deben contentarse con lo que el Señor les da, pues no deben olvidar son llamados a vituperio por amor a Jesucristo, Señor nuestro. ¿Por qué? Porque si son fieles en lo poco en esta vida, el tiempo será que el mismísimo Señor Jesucristo delante del Padre les colme de bendiciones y halagos y recompensándolos en el nuevo cielo y la tierra nueva. O díganme los que leen ¿Acaso un obrero recibe dos salarios simultáneos por una misma acción?
En cuanto a los empleados seculares es la misma enseñanza. Si te pagan por realizar ciertas actividades, hazlas en tiempo y forma. Si el patrón te pide más, hazlo como a Cristo. Si el patrón te presiona, soporta y contesta por el Espíritu, no conforme a la carne. Si ves ganancias deshonestas en tu trabajo, huye de ese entorno y no aceptes sobornos. Sé precavido, astuto: todos los días invoca al Señor Jesucristo para encomendar tu día. No te comprometas a hacer cosas fuera de tu responsabilidad por lazo de tu lengua, porque esto es vanidad y ciertamente estarás bajo tu juramento de cumplir.
Los siervos y hermanos que caen en las tentaciones y lazo de enriquecerse más de lo legal y honesto, caen luego en un estado deplorable de codicia necia y perniciosa con el fin de destrucción y perdición: ambos son echados fuera: el mal siervo por Cristo y el empleado por su empleador.
El dinero es un dios cuyo amor aparta del Verdadero y la Verdad a quien se deje seducir. Contentémonos con nuestra riqueza generada honestamente. Seamos dignos de dar a la iglesia y ahorrar con respecto a los placeres del mundo. Esta es la verdadera administración que el apóstol Pablo pidió a Timoteo enseñase: no desperdiciar recursos y no mirar entornos ajenos, pues no sabemos siempre su razón de ser o estar.
La paz, la sabiduría, la gracia del Señor Jesús esté en su espíritu amados creyentes y lectores, amén.
A continuación, el fundamento escritural encontrado en 1ª Timoteo 6:1-10.
Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina. 2 Y los que tienen amos creyentes, no los tengan en menos por ser hermanos, sino sírvanles mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta. 3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 5 disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. 6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
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