Hermanos en Cristo Jesús. En buen tiempo el Señor nos provee contenernos en nuestras casas, porque es valioso reflexionar en Cristo Jesús, Señor nuestro acerca de nuestro accionar. Paz y gracia del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, en su espíritu, amén. Que el amor y la esperanza no cesen ni disminuya hermanos, orad sin cesar los unos por los otros. Incluid a todos: autoridades, hermandad en Cristo, familia y los servidores de Cristo dispersos en esta tierra, amén.
Comenzamos con la segunda parte del capítulo 4, versículos 6 al 16 de la primera carta escrita a Timoteo por Pablo, hermano en Cristo y apóstol de nuestro Señor.
Comienza el sexto versículo exponiendo a Timoteo el porqué de lo anterior (enseñar a guardarse de la apostasía, descrito en el blog 313) con su debida recompensa por obediencia no impuesta, más bien solicitada: ser un buen ministro de Jesucristo. Preguntas abiertas obligadas son estas: los que se dicen ser ministros: ¿hacen esto en nuestras congregaciones? ¿Si no hacen esto, qué hacen?
Pues por el Espíritu, suelen hacer esto quienes SÍ cumplen el versículo seis:
¿Y por qué en lugar de seguir afanados en doctrinas fatuas como: “vivir sano”, “ser veganos”, “vegetarianos”, “naturistas”, “nudistas”, “ebrios”, “tradicionalistas de nuestro país de origen”, “deportistas”, “yoga”, “meditación zen”, “jogging”, “taichí” -y un descomunal etcétera- procuramos mejor ese tiempo en orar, meditar en el Señor, leer la escritura?
Sepan, amados que quien se ejercita en la piedad, tiene promesa en esta vida (guardarnos de todo mal, crecer nuestra riqueza espiritual, ser luz y sal, andar en victoria y testimonio, aumentar nuestra fe, mejora la práctica del amor, entre otras) y en la venidera (recibir los mejores galardones y reinar con Cristo por mil años).
Y los versículos 9 y 10 sellan lo anterior: Esperamos en el Dios Viviente quien es el Salvador de todos nosotros. Esperar es aguardar su favor eterno: llevarnos con Él.
Esto es necesario predicar y enseñar constantemente en todas las congregaciones donde se profese a nuestro Señor Jesucristo, dicho a Timoteo, pero ahora dicho a todos nosotros.
Como Timoteo era un varón joven, se acostumbraba en la Grecia de aquel entonces los jóvenes se sometieran a los viejos para aprender de ellos. Pero dadas las circunstancias de las imposibilidades físicas de Pablo, además que la misión era para Timoteo, tenía que trascender esta costumbre, confirmando una vez más que Jesucristo es Señor de señores.
Mas ahora, las características que el Espíritu solicitó a Timoteo ser ejemplo para confirmación que iba enviado de Cristo (y en general, a todo quien se diga es evangelista) son:
Además, el apóstol le solicita a él, y el Espíritu a todo evangelista en lo particular:
Pero esta misión no está exenta de peligros. Los evangelistas, al estar expuestos en demasía al mundo, el diablo nunca pierde ocasión de tenderles lazo y para tratar de hacerlos caer y perderse de su encomiable obra.
Por eso el ejercicio de la piedad es imprescindible para ellos, aunque también para nosotros.
Por esto mismo dice el apóstol: “ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te oyesen”.
Ahora entendemos por qué en el blog anterior hablamos de la apostasía. Porque ciertos evangelistas y predicadores quienes no se sustentan de continuo en Cristo, dejan que su corazón se envanezca y renuncian a la verdad, se pierden ellos y a los que los oyen. ¡Que el Padre celestial nos guarde de tal condición ruin! ¡Nunca, en el nombre del Señor Jesucristo, esto nos acontezca!
Dejamos el fundamento escritural. La paz, el amor y la esperanza en Cristo no mengüen en ustedes amados lectores, amén.
1 Timoteo 4:6-16
Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. 7 Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; 8 porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 9 Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos. 10 Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. 11 Esto manda y enseña. 12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.