El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados.
Bendiciones, amor y fe les sean aumentadas amados y creyentes hermanos en Cristo Jesús, Señor nuestro por misericordia perpetua y continua de nuestro Padre Santo, que está en su trono de gloria: Majestad, poder y honra por siempre y para siempre a nuestro Sabio Dios, amén.
Iniciamos esta semana con una carta que expresa mucho amor, mucho gozo del apóstol Pablo hacia los nobles y desinteresados hermanos colosenses, quienes recibieron de parte de Dios el ser obedientes y desprendidos. Solícitos y amorosos, procuraban dar testimonio siempre que pudieron y esta carta está escrita para ejemplo a nosotros que ese es nuestro deber ser.
Pablo y Timoteo como los remitentes de esa bella redacción inspirada por el Espíritu Santo comienzan la salutación con bendición, así como todos debemos bendecirnos al saludarnos. Desearnos mutuamente y de modo sincero: amor, gracia y sobre todo, la paz de Cristo en nuestras vidas. Y esto no porque nos falte, sino para que no se agote pues el constante roce con el mundo así lo amerita.
Comienza luego el Espíritu a describir el mover de la hermandad establecida en Colosas, Grecia y lo hace porque es ejemplo de cómo Cristo transforma al hombre de un ser muerto y pecaminoso en un ser que dispensa muchas virtudes espirituales que le ocasionan complacencia extrema al Padre.
Como paréntesis, confirma el apóstol que cuando oremos también debemos ofrecer acciones de gracias en la oración porque es una demostración de fe y obediencia.
Por principio de cuentas, destaca en el versículo 4 la fe en Cristo Jesús. ¿En quién o qué se basa la fe de los que leen este mensaje? ¿En Cristo o en la juventud, dinero, pastor, iglesia, cónyuge, salud, etcétera? Luego en el mismo versículo en el amor a todos los santos, es decir la expresión de Cristo a los demás.
Menciona el apóstol que lo anterior debido a la esperanza, cuya existencia es la base que la fe sea real y así como ellos tuvieron acceso a ella por medio de Epafras -fiel ministro de Cristo- todo el resto del mundo tiene la misma oportunidad de tomarla para sí y conocer la gracia de Dios.
Vuelve a reafirmar el apóstol la necesidad de orar los unos por los otros con el propósito de que no nos falte conocimiento de su voluntad, para aplicarlo en plena sabiduría e inteligencia espiritual y agradar a nuestro Dios y Padre mediante el testimonio de buenas obras, reflejándose “con todo su poder, conforme a la potencia de su gloria, en paciencia y longanimidad. La acción de gracias que precede se fundamenta en que el mismo Padre nos hace adeptos de participar en la herencia de los santos en luz. Es decir, el mismo Padre que nos salva, es el mismo quien hace perfeccionarnos en Él para ser agradables a Él.
Luego viene el por qué hace esto: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. ¡ALELUYA!
Es un muy hermoso resumen de las anteriores cartas, pero como ellos ya habían crecido Pablo les conforta y goza haciéndoles saber que su accionar para nada estaba escondido, sino por el contrario refulgía de tal modo que hasta sus oídos llegaba tal proeza espiritual: la obediencia a Cristo.
Por eso hermanos, debemos nosotros aspirar en ser como ellos, para que cuando leamos esta carta de gozo nos derramemos al sentir en nuestro interior fue escrita para nosotros. El Señor se brinda grandemente si le somos fieles, nos cuida y nos guarda. El creer en el evangelio de Cristo hace que nos pase Dios desde la ubicación condenación y muerte espiritual a vida eterna y salvación, pues el reino de Cristo es poder, es vida, es amor, es obediencia.
Dejamos el fundamento escritural en el primer capítulo de Colosenses, versículos uno al catorce. La paz y gracia de nuestro Señor Jesús estén en ustedes, amén.
Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Pablo pide que Dios les conceda sabiduría espiritual 3 Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, 5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. 9 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; 12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; 13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.