Editorial 252
- Cuerpo Editorial
- 3 feb 2019
- 2 Min. de lectura

Paz, gracia y amor de Jesucristo, Señor nuestro, sean concedidos en plenitud a todos nuestros lectores y hermanos creyentes, amén.
Ante los últimos acontecimientos políticos en nuestro planeta, donde unas naciones pretenden enseñorearse sobre otras, surge la pregunta retórica si debemos ser activos participantes de las diversas corrientes ideológicas, con afán que nuestra voz sea oída y. opinión conocida.
Como individuos, claro que tenemos tal dispensa por parte de Dios si así lo deseamos, pero el Señor Jesucristo en una sencilla frase acota sabiamente nuestro proceder en espinosos temas como política: “en cuanto esté de vosotros, estad en paz con todos”. ¿Luego a qué se refiere? A que no es correcto ante sus ojos formemos parte en grupos de contención, choque, polémica, etcétera, ya que es menester seamos ejemplos vivientes de él.
Por tanto, aunque tengamos aficiones políticas, preferencias de ideologías o filosofías de gobierno, derecho, etcétera, debemos mantenernos al margen y solamente dar opinión cuando consideremos prudente hacerlo. No como si tuviéramos miedo, sino por prudente precaución acerca de cualquier estratagema del enemigo de Dios.
De nuevo, el mundo y todo lo que contiene es pasajero y reflejo de lo que es verdadero, lo espiritual, que es lo que nosotros debemos en efecto dar la opinión. Ningún tipo de gobierno, constitución, legislatura u ordenamientos está fuera del alcance de Dios. Y a través de los tiempos Él ha concedido personas que hagan las leyes para tener un orden.
Luego, en tiempos de cambios, concede Él se hagan o no se hagan conforme a las sazones que el único y sabio Dios ya estableció de antemano. De modo que una opinión o pugna a favor o en contra en nada cambia el sentido de las cosas. Por esto mismo el Señor Jesús nos dejó esta sabia acotación, para evitar discusiones estériles que solo provocan estemos en enemistad continua con otros individuos.
Lo mismo entre las naciones. Toda nación debe estar preocupada por sus propios asuntos internos y evitar dar opinión ligera de lo que acontece en los demás países. Toda nación entrometida tarde o temprano recibirá castigo de Dios por contenciosa y romper la paz y la solidaridad que debiera existir entre ellas.
Así, permanecer en paz es lo que nos toca actuar. La gracia y la sabiduría del Señor Jesús esté en su espíritu, amén.