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Así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro

Foto del escritor: Cuerpo EditorialCuerpo Editorial

La segunda parte del capítulo 5 de Romanos hay que leerla con sumo gozo y paz por la gran enseñanza que nos dejó el apóstol Pablo por el Espíritu Santo: una sentencia concluyente e inobjetable que nuestro Padre decretase la salvación por medio de Jesucristo. Leamos los siguientes versículos:


12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. 20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.


La lectura de los anteriores versículos son un golpe duro para aquellos religiosos y seudo líderes denominacionales de que el Padre no los necesita para ejecutar su plan de salvación y vida eterna. Por misericordia del Padre somos salvos y con justicia porque su Hijo pagó por todos los hombres con su hermosos sacrificio.


El plan de la creación del género humano se perturbó desde el primer hombre: Adán, al desobedecer al Creador de no comer el árbol que producía los frutos del bien y el mal. Ante esa desobediencia todos los hombres nacidos de mujer cargaron y conocieron el pecado. Al inicio no había ley. Todo dependía de Dios y la libertad de los hombres, más el fin de estos tiempos fue el diluvio con la exterminación del género humano, salvo Noé, su esposa, sus hijos y esposas y una pareja de animales de cada uno de ellos. Después ya hubo ciertos ordenamientos a Noé y así fueron fundándose las ciudades de este remanente.


Para tal situación tenía Dios qué concebir un plan, profetizado desde la misma caída del hombre: Su hijo Jesucristo en propiciación por nuestros pecados. El reino de la muerte estaba sobre la humanidad hasta Moisés, con él la ley reivindicaba a los que cumplían con ella, aunque eso no los salvaba de cometer pecados y los judíos cometieron el pecado de ir por obras en lugar de ir por fe y su condición carnal los perdió en ir tras la ley cumpliéndola en esfuerzos propios.


Es duro reconocerlo, pero solo había remanentes pequeños en Israel de verdaderos cumplidores de la ley. En todo el antiguo testamento se lee desobediencia y la negación a cumplir la voluntad de Dios. Los profetas iban y venían para centrarlos en cumplir la ley y los judíos se apartaban azuzados por su clero. Al haber ley, el pecado abunda pues nadie puede salvarse por sí mismo, es una ley espiritual decretada por el supremo Dios. Inexorable en todo ser humano, solamente Jesucristo es el único que podría cumplirla y así lo hizo durante su ministerio.


Por la abundancia de pecado Dios tenía que contrarrestar dicha muerte espiritual y puso en marcha su plan de rescate para muchos, sacrificar a su Hijo por nosotros por el amor que tiene a su creación y dio la oportunidad de gracia, para que la gracia reine por justicia en vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. Esto no es una condición suspensiva, es una verdad absoluta en la cual Dios ha dado ese conocimiento para que anduviéramos sabiamente en Él.


Con este conocimiento te desligas de religión y sacerdotes, denominaciones y pastor en singular; sectas y sus líderes y todo aquello que demerite esta potente decisión de Dios para los hombres, la verdad es que solo hay un plan de salvación y es el que registra la biblia en la carta de los Romanos. Es necesario tenerla como primer fundamento y cimiento para que nadie nos mueva de nuestro lugar delante del Señor Jesús. Ora, pide sabiduría e inteligencia de lo Alto y vive el evangelio según las escrituras del nuevo pacto. Pon tu vista en Jesucristo, no te muevas de la roca de salvación, ve en pos del Señor. Deja de mirar al mundo, ciertamente no somos de él y cada vez que te vuelvas a él clama al Señor Jesús y él te sostendrá en su camino. Amén.

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