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Pablo responde a las acusaciones de los judíos (Parte 2)


Continuando con el capítulo 24 y concluyendo con la segunda y última parte de este tema, Pablo se hace escuchar ante la autoridad romana y sus acusadores. La defensa de Pablo constituye un ejemplo de cómo enumerar los hechos para sostener la defensa ante acusaciones falsas que no agredían a ninguna ley romana. Es necesario mencionar que la estadía de Pablo obedece a una voluntad del Señor Jesús para que se manifieste la verdad del evangelio de Jesucristo. Transcribimos literalmente los siguientes versículos:


10 Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió:


Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. 11 Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; 12 y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; 13 ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. 14 Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; 15 teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. 16 Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. 17 Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. 18 Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. 19 Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. 20 O digan éstos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, 21 a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros. 22 Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. 23 Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él.


De esta defensa Pablo pone de manifiesto la injusticia, arbitrariedad y prepotencia de las autoridades clericales judaicas y de la falsedad en que incurren los testigos judíos sobre su presentación en el templo judío. Él anteriormente se declaró fariseo y esta facción judía creía en la resurrección de los muertos, menguando levemente la carga de sus acusadores.


Éste capítulo habla de una debilidad de Pablo: el querer cumplir votos como judío. Por consecuencia, le ocasionó estos trastornos y es un muy mal ejemplo para los futuros creyentes. Es menester recordar que Pablo no pudo sacudirse del todo su linaje judío aun a pesar de enseñar que estamos desligados de la ley y que los judíos ya no constituían el pueblo de Dios siendo ocupado por los seguidores de Jesucristo como iglesia.


Habiendo sido advertido por el mismo Espíritu Santo de no subir a Jerusalén en numerosas ocasiones, él lo hizo por amor a su pueblo y vio el mismo resultado que Jesucristo había experimentado antes: rechazo total a la palabra de Dios y un alejamiento a la obediencia de sus preceptos. El pueblo judío confirmaba su desprecio por la nueva verdad establecida por Dios y ellos estaban confiados en su hipócrita obediencia a la ley al cual el Espíritu Santo registraba los hechos para desenmascarar su falsa adhesión a los preceptos de su Dios: al tratar de matar a todo lo que se opone a la religión judaica, cosa que no es propia de nuestro Padre.


Los judíos estaban ya en un clímax total de rebeldía ante la voluntad divina que culminaría con la caída de la ciudad de Jerusalén y destrucción del templo. Su espeluznante conducta contraria a Dios pronosticó su destino de pagar extremadamente muy caro por las generaciones postreras.


Entretanto Félix, como autoridad romana salvaguardó a Pablo, quien por espacio de dos años sin impedimento tuvo la visita de aquellos que habían creído en Jesucristo.


Confirma pues que la autoridad es un símbolo de poder humano para hacer justicia: Castigar al que hace lo malo y premiar al que hace lo bueno. Amigo lector: confíe en la palabra del Señor Jesús: las autoridades son puestas por Dios y ellas harán la voluntad de Dios en justicia.


En los siguientes cuatro versículos hay que destacar tres situaciones importantes:


La primera: Félix y su esposa oyeron de la fe en Jesucristo y Félix no soportó la verdad en tres asuntos: la justicia, el dominio propio y el juicio venidero. No es de todos la fe, es una gran verdad evangélica, pero esto no impide que haga su trabajo secular.


La segunda: desde tiempos remotos la corrupción está a flor de piel en la humanidad. No es propio de nuestra generación, sino que seguimos con una tradición de costumbres que la alientan en todos los órdenes del mundo. Debemos de reconocer que las autoridades romanas tenían todo el derecho de matar a los presos, más en el caso de Pablo era un ciudadano romano y por ello tenía que proteger su integridad ante el pueblo judío. Pero al traerlo a darle sus exposiciones del evangelio, esperaba que Pablo le sobornase con algún dinero para soltarle, ya no tanto a oír la doctrina.


La tercera: fueron dos años los que el apóstol Pablo estuvo preso en el mandato de Félix, ejerció su autoridad y complació a las dos partes: a los judíos: dejando preso a Pablo cuando entregó el puesto a su sucesor y al apóstol Pablo lo dejó con vida para que tuviera la oportunidad de seguir hablando del evangelio. Leamos los siguientes versículos:


24 Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. 25 Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. 26 Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él. 27 Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.


La voluntad del Señor se cumple como dice la oración: Hágase Señor tu voluntad en los cielos, como en la tierra. Pablo tenía que testificar en Roma y había más hechos que registra el libro para llegar a cumplir la profecía. Estaba el misericordioso Padre preparando el camino de Pablo a Roma para hacer caer la gracia y el perdón para salvación de ese pueblo. Amén.



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