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El discurso de Pablo en el Areópago

Foto del escritor: Cuerpo EditorialCuerpo Editorial

Debe ser para los hijos de Dios un contenido de sabiduría espiritual que va desde cómo conducirnos con los no creyentes hasta el orden fino de saber comunicarnos al decir las verdades en las cuales hemos creído. Siempre hablando con respecto a la paz, con el amor y misericordia de Dios. Reconociendo que es a veces difícil explicar nuestro ver por lo que ellos no ven; de vivir por lo que ellos no saben vivir; de escuchar por lo que ellos no pueden oír; de movernos por lo que ellos no se mueven, de sentir por lo que ellos no pueden sentir, de conocer por lo que ellos ignoran, de confiar por lo que ellos no creen, de amar espiritualmente por lo que ellos anhelan; de gozar por lo que ellos no entienden.


De ahí la importancia de saber hablar y decir las palabras adecuadas en la forma correcta, de hablar si es necesario o de callar si eso da más testimonio. Del silencio pacífico y sabio a la palabra contenciosa. Los hijos de Dios poseen la Verdad y al Verdadero. Se tiene que expresar con el ejemplo y con el dicho de los actos. Pablo sabe del error griego al crear tantas figuras inservibles e inútiles pero comprende que la voluntad de Dios es dar un nuevo pensamiento, original con otra base para los pueblos que habrán de renacer. La lengua latina y griega se hermanarán para dar concepción a una nueva mente, lejana del hebreo y del arameo que no cumplió con la voluntad de Dios, distante también del pensamiento oriental cargado de misticismo moral y meditaciones internas del yo.


Ahora las nuevas naciones del mundo occidental tendrán un nuevo lenguaje que al paso de los tiempos serán entendibles en las naciones que nacerán producto del descubrimiento de nuevas tierras y su posterior conquista.


Pablo diserta conforme al Espíritu Santo, es un testimonio oral en un pueblo que no entiende que el Dios –“no conocido”- es el Único y Sabio Dios. Los griegos habían inventado sus dioses con ayuda del enemigo de Dios y los han creado para esconder sus miedos, ignorancia y desviarse a su idolatría. Pablo está ahí para darles las buenas nuevas de la misericordia de ese Dios desconocido, que ellos dudaban que existiese y él fue a dar a conocer el perdón a todo al que crea si viene al arrepentimiento de no volver atrás y dejar la idolatría.


De este discurso destacan los versículos:

26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;

27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.


Si leemos con atención el versículo 26 denota que hay una condición que la humanidad no podrá burlar y es que no logrará salirse de lo dispuesto por Dios (es decir, no hay otra vida física en otros lugares del universo) y es cierto: no estamos solos como nos lo hacen creer los futuristas y exploradores del espacio. Hay más de siete mil millones de seres humanos vivos a los cuales podemos ayudar, apoyar o amar según sea el caso (HAGÁMOSLO CON LOS QUE ESTAN CERCA). Aquí echamos por la borda todo intento fútil de “conquistar el espacio” porque no tenemos capacidad de sobrevivir fuera de este entorno de un modo que no sea antinatural, anormal, extremadamente caro y limitado, además de estar forzosamente atados a la Tierra y sus confines internos. No toleramos ni exceso, ni carencia, ni falta de aire, calor, luz, oxígeno, minerales, gravedad, agua, espacio, movimiento, tiempo, estabilidad, etc. Así, que más que conquistar al mundo o el espacio, es conquistarnos y dominarnos a nosotros mismos.


Es el versículo 27 lo que llena de esperanza al hombre, que Él está cerca de ti (demasiado cerca para los que hemos creído que Jesucristo es el Hijo de Dios). La sencillez del conocimiento de Dios no requiere de grandes estudios, de asistencia a congresos, de oír largas disertaciones en la carne, cosas que se han introducido en una vida ajena a la iglesia, sino la constituye en la mayoría de los casos: pocas palabras, claros ejemplos, actos de fe, hechos reales y sabias enseñanzas. Esta es la verdadera búsqueda de la vida, el amor, el conocimiento, la paz, la tranquilidad, el propósito de vivir, estas son las conquistas entre muchas otras que se logran al buscar a Dios con todo el corazón y hallándole.


Sería bueno poner un alto y meditar que hay una vida espiritual en la que podemos vivir en fe, esperanza y amor y que esta vida es gratuita y el tiempo que se vive aquí no es nada para la eternidad que te espera. ¡Maranatha Cristo viene! Amén.


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