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No cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.


Son las palabras finales del versículo 42 en el capítulo 5 del libro de Hechos de los Apóstoles. La sabiduría del Espíritu Santo enmarca en los primeros inicios la propagación de los evangelios de Jesucristo, son las buenas nuevas dadas a los hombres de todas las naciones y es merecedor recordar que él murió por tus pecados y lo hizo por obediencia al Padre y por amor a nosotros.


Jesucristo está sentado a la diestra del Padre, a él le ha sido dado toda potestad en los cielos como en la tierra, él tiene el poder de resurección para los miembros del cuerpo de Cristo, él es el que era, es y ha de venir por su iglesia. Él es el que ha de reinar mil años en la tierra, a él compareceremos en su tribunal, él juzgará a los muertos en el Juicio del Trono Blanco. Él es el Hijo de Dios para todos los hijos del Padre es el Unigénito y el Primogénito.


Él prometió al Espíritu Santo (el Consolador) para ayudarnos a vivir en el mundo como testimonio. Él es el Señor, Maestro, Cabeza de la iglesia. Él es Salvador para todos los que en él creen. Y aun así ¿por qué se empecinan algunos denominacionales y religiosos de predicar otras figuras idolátricas y al antiguo testamento o peor aún: tratar de judaizar, alterando la libertad y la verdad de su palabra?


El apóstol Pablo es un claro ejemplo de que el judaísmo tuvo su fin con la muerte del Señor Jesucristo. Él fue discípulo de un maestro de la ley de nombre Gamaliel, fariseo, doctor de la ley y venerado de todo el pueblo. Éste erudito mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, (no como esos que leen el antiguo testamento y se creen doctores y otros títulos inservibles en el reino de Dios). Gamaliel había observado a Jesús, conocía la ley y supo interpretar que todas las evidencias y señales hechas por Jesús coincidían con las del día de la visitación predichas y que había llegado y cumplido, por circnstancias que no están escritas en el libro de los Hechos. Él, sólo con una sabiduría excepcional puso un momento de cordura en el juicio y mente de los religiosos judaicos que querían apaciguar la obra de evangelización de Jesucristo. Y recomendó a esos hombres


38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;

39 más si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.


Este sabio consejo fue aceptado por los religiosos judaicos. A través de más de dos mil años emerge en el mundo como el cuerpo de Jesucristo “testimonio fiel a su palabra”. Nadie puede detener la palabra del Señor Jesucristo, aun con los países árabes y algunos países socialistas y orientales y ateos europeos.


Y de hecho, contamos con esa suprema cobertura espiritual de que jamás seremos borrados de la faz de la tierra como otras naciones, pueblos, culturas, lenguas, religiones o pensamientos humanos. Esa es la prueba más clara que somos los hijos de Dios, su nación santa peregrina en este planeta.


Existe mucho pueblo creyente en el Señor, estamos en un espíritu de hermandad (iglesia de Filadelfia) si los hijos de Dios seguimos acercándonos al nuevo testamento y se continúa solicitando al Padre por todas las almas que nos rodean, ciertamente el Padre -quien es el Autor de la operación de salvación- las llevará a Jesucristo y éste las persevera en la salvación y las regresará al Padre.


El Señor Jesús está presto al auxilio y protección de sus siervos y de su iglesia. La palabra del Señor Jesús es para siempre. Amigo lector ¿qué esperas? ¡Deja todo y cree que el Señor Jesucristo es el Hijo de Dios! Amén.










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