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Editorial 168

Foto del escritor: Cuerpo EditorialCuerpo Editorial

La paz del Señor Jesucristo en vuestro espíritu


Un error común de visión en la vida de los que dicen conocer a Dios (al Padre que envió a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz por nosotros) es el total desconocimiento que tienen de su palabra, escrita en la biblia. Ustedes amigos lectores se preguntarán ¿cuál biblia? Hay muchas ediciones impresas últimamente por doquier en todo el mundo. Es un libro que muchas sectas y denominaciones han editado para desviar a sus feligreses a conocer la verdad. La religión católica mantuvo la biblia paulina escondida durante muchos años y estaban inmersas en dejar en ignorancia a sus correligionarios, de no ser y hacer por el impulso de los evangelistas de difundir la palabra del Señor Jesucristo en el idioma de cada nación.


En México y Latinoamérica las misas y demás oficios religiosos lo hacían en latín, a fin de que nadie entendiese nada (con excepción del rosario) que como ya saben es una inútil palabrería repetitiva, sin ningún valor espiritual, que no atiende el Padre (el único y sabio Dios). A los necios que obedecen disposiciones de los hombres tienen que dejar esa práctica inmoral y falsa que no los conduce más que a una muerte espiritual prematura.


El Espíritu Santo nos separó del mundo (hablando espiritualmente) porque todavía estamos aquí para testimonio. Y una de sus orientaciones es la de conducirnos a la verdad y desde hace treinta y tres años nos fundamentamos en la lectura de la biblia versión Reina-Valera 1960 en la cual contiene toda información espiritual insiparada por el mismo Espíritu hasta nuestros días. Y queda como testimonio de la fuente más apegada a la doctrina de nuestro Señor Jesucristo para nuestro tiempo.


Los hijos de Dios por la fe en Jesucristo en la analogía de crecer y desarrollarse como un recién nacido, sintió la necesidad de creer en Jesucristo y aferrase a su palabra, esta actitud se vería colmada en tener una vida espiritual en orden y disciplina de fe, esperanza y amor. El sentido de la vista se aclaró, el oído se afinó, la conciencia se espiritualizo y dejó de correr con el mundo y siguió el camino de Jesucristo, sabedor de que la enseñanza principal es el de creer en Jesucristo como el Hijo de Dios. Algo que los judíos no soportaron y lo mataron.


En las religiones el engaño es seductor y envolvente; distorsionan la palabra de Jesucristo sagazmente, falsean sus palabras, crean falsas esperanzas en un fraude total sobre el conocimiento del Padre y de su Hijo Jesucristo. Y como última estrategia, al que no convencen lo eliminan. Así ha operado el sistema babilónico romano.


Se enorgullecen de hacerse pasar como la organización humana mejor administrada y más antigua, inclusive que la judía y tenemos que aseverar esa innoble característica, ya que ellos representan la conjunción de todas las religiones diabólicas de todo el mundo arcaico fuera de Dios: (babilónica, romana, persa, caldea, egipcia, griega, inclusive la judía, etc.) conjuntadas ahora en el papel más nefasto en la historia de la humanidad, haber adquirido el falso de conocimiento del Hijo de Dios y acomodarlo a sus perversas maquinaciones diabólicas para engañar al mundo.


Hoy, naciones y gobiernos tienen esa relación con el jefe de estado de esa organización, que se asienta sobre siete montes y en el cual desde ahí envuelve al mundo de sus herejías y fechorías. Hoy las cifras del mundo dicen que hay más de mil millones enclaustrados en esa religión. La iglesia de Jesucristo en nuestros tiempos salimos de esa contaminación y fuimos en pos de Jesucristo, creyendo que es el Hijo de Dios que vino a cumplir el propósito de nuestro Padre la salvación de todos los hombres con tan solo creer. Amén.

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