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Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí


Después de haber profetizado la negación de Pedro, Jesús ahora tenía que darles una palabra de consolación y esperanza. El concepto humano de victoria es vencer, no de morir y había que mantenerlos en paz y en calma. En el capítulo 14 de Juan del versículo 1 al 14 se transcribirá para fortalecimiento de nuestra alma y la obra consoladora de nuestro Señor Jesús a los discípulos.


1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. 12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Aquí, al acercarse el fin de su ministerio, no había ya tiempo para analogías profundas. Aquí ya son las despedidas y da los últimos consejos, advertencias y lecciones, Jesús conoce los corazones de los hombres y les dice: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. La relación es directa: Dios es su Padre y si crees en el Hijo crees en el Padre. Éste versículo representa el argumento más claro y directo a los discípulos y el Espíritu Santo lo aclarara en su venida.


El versículo dos es el versículo más mal interpretado de la escritura, el contexto habla precisamente de la vida espiritual de los capítulos 13 y el 14 y no es de interpretarlo literalmente. Los religiosos y teólogos han fallado por tratar de verlo con sus ojos carnales.


Cuando dice que En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros NO se refiere a mansiones esperando después de la muerte, si Dios nos constituye antes de la fundación del mundo, Dios prepara día a día almas que serán salvas, recuerde que dice casa y no reino. Luego dice: si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; la obra de la iglesia es eterna ¿para qué iniciar una iglesia, si de todas maneras moriría? La esperanza es que el conocimiento de Jesucristo a través de los años se va a manifestar, luego está escrito: voy, pues, a preparar lugar para vosotros. La partida del Señor Jesús lo colocará a la diestra del Padre y de ahora en adelante el Padre y el Hijo morarán en el corazón de los hombres que crean en el anuncio del evangelio. En ningún lugar dice que te vas a ir al cielo o que vas a estar con él después de tu muerte.


La religión embustera ha dicho lo anterior para mantener este engaño, pero la realidad es que en nosotros mora el Espíritu Santo y al testificar de Jesucristo, el Padre y el Hijo hacen morada en nosotros confirmando lo que dice el versículo tres 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. El verbo utilizado es presente yo estoy y la promesa es vosotros también estéis y es un futuro donde al parecer esto origina confusión, pero es una forma de enseñar que estamos en el Señor Jesús en este mismo instante en vida y no está hablando de nuestra partida de este mundo.


En el siguiente versículo asevera: 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.


Jesús va al Padre y les va a confiar que él es el camino.

En el versículo 5 hay una contrariedad en Tomás al decirle: no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?

6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Este versículo nos aclara que el Señor Jesús es un camino que hay que recorrer, que su palabra es verdad y que él tiene vida y concluye con: nadie viene al Padre, sino por mí. No dice: nadie va al Padre sino por mí. Esto concluye que el reino de Dios es el Padre y el Hijo viviendo en los corazones de los hijos para establecer el dominio y señorío de Dios en este mundo.


Los espacios de dimensión en estos versículos no son físicos sino espirituales, el ejemplo es presente, en vida y no habla jamás de la partida de este mundo. El Señor Jesús está despidiéndose, tiene que hablar en lenguaje claro y sencillo y exclama en el versículo 7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.


No hay ninguna figura digna de estar entre la relación del Padre y el Hijo, todo lo demás esta fuera del plan de conocimiento de Dios. Y asevera que Jesucristo habla de una integración con los discípulos a través del Espíritu Santo: no hay materia, ni cuestiones físicas o temporales, la enseñanza es espiritual. (Notará amigo lector: aquí no hay consejo de “escudriñar las escrituras”, esta palabra es virgen y sólo para los hombres de esa generación y las siguientes)


8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.


Pero los discípulos seguían sin comprender ya que como buenos judaicos, querían ver obra con la vista y Jesús le reprocha que tanto tiempo con él, hablándole de la doctrina y mensaje del Padre y señalando que él es el Hijo del Hombre, con milagros y señales ¡Todavía quiere ver con sus ojos físicos al Padre! Y le responde:


9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.


En estos versículos se vislumbra ya en su totalidad la verdadera interpretación del versículo 2 al poner como ejemplo que en él habita el Padre y por consiguiente el Padre habita en él. Y es que a Dios no lo habían visto, ellos conocieron en la carne a Jesucristo pero sin duda que no era su presencia física lo que importaba sino su doctrina y su palabra, en el versículo 10 muestra una gran conclusión de su ministerio al decir: sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. La palabra de Jesucristo es la palabra de Dios y con esto confirma lo que este blog a ha revelado a través de sus editoriales y temas: si alguien quiere imponer el antiguo testamento sobre el nuevo es un craso error de fatal consecuencia. El Padre ya ha hablado a través de su Hijo y ésta palabra es solamente del Padre.


Con esto no queda duda en la interpretación del versículo dos del capítulo 14 de Juan, en ningún momento se está refiriendo al cielo o estar cerca de él cuando partamos de este mundo, sino que se refiere a la importancia de obedecer a Jesucristo y a reinar con el Padre y el Hijo en esta vida.


Los versículos 12, 13 y 14 de Juan 14 son el corolario de una promesa que nos llena de gozo por estar cimentados en la sana doctrina del Señor Jesucristo al concedernos y regalarnos el don preciado de su poder para el servicio de la iglesia y de los hombres y de la esperanza que el poder del Señor Jesús. No se extingue, solo que el enemigo lo trata de esconder a través del engaño y de la mentira. El Señor nos dejó una señal contundente para sus hijos, no solamente doctrina o palabra consoladora sino de poder en su nombre, degustemos el siguiente versículo:


12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.


Alguna alabanza para el Señor Jesús, alguna adoración, alguna gratitud, ¡todo sea para la honra y gloria del Señor Jesús! Por la tremenda confianza que nos otorga a los creyentes al delegarnos la responsabilidad y compromiso de hacer obras al servicio de los hombres y darla sin límites.


Ahora leamos lo que está escrito por el Espíritu Santo en el versículo 13:


13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.


Estas palabras son dignas de estar a flor de nuestro pensamiento, esculpirla en una montaña y digna de ser tomada en toda inscripción gráfica, aquí es el poder del Hijo y la confirmación de que toda potestad le ha sido dada en el cielo como en la tierra. Y termina con una sencilla oración de fe y amor para sus discípulos


14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.


Amigo lector: Es el momento de acercarse y de pedir en el nombre de Jesucristo levante sus ojos al cielo o ciérrelos; como usted quiera y pídale por lo que lo atormenta, lo afana, lo angustie, alguna necesidad, enfermedad, y tenga fe que Él lo hará. Amén.


El cuerpo editorial de este blog se limita a solicitarle: Te pedimos Señor Jesús, a través de éste versículo que toda alma de esta generación de nuestro país te conozca como el Hijo de Dios. Amén.

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