El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
- Cuerpo Editorial
- 11 feb 2017
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Quizá no exista en el evangelio un mensaje más directo como el que el Señor le prodigó a Nicodemo. Éste sabía que el Señor Jesús no era como los demás miembros del clero judaico, reconocía que sus enseñanzas eran propias y verdaderas, nadie enseñaba como él. Aunque Nicodemo también era letrado en la ley conocía sus limitaciones de interpretación y revelación, Nicodemo le dice Maestro y que viene de Dios, dos hechos fundamentales en su acercamiento con el Señor. Humildad y sencillez son las premisas de este encuentro, además que en lo secreto, como Dios prefiere la comuniòn y ésta no fue la excepción tampoco. Jesús al hablar con él describe una verdad.
Juan 3:1-15 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
En este pasaje, Jesús le comenta a Nicodemo que la nueva realidad de Dios es dejar lo físico, lo terrenal, lo carnal para dar lugar al Espíritu, a lo que no se ve, lo que siempre permanecerá. Es necesario que haya un cambio, un volver a nacer, una renunciación completa y plena para alcanzar este nuevo grado de estar bien con el Creador.
Lamentablemente Nicodemo, al no ser investido por el Espíritu interpreta literalmente la expresión del Señor Jesús y calificó como imposible su nueva norma de renovar votos con Dios. Aunque eventualmente entendería después el significado de su expresión, por ahora bastaba que oyera el mensaje de enseñanza del Señor Jesús a un maestro de la Ley.
Jesús continúa explicando cómo se movería el Espíritu entre los hombres en un futuro, revelando específicamente que no seguiría ningún tipo de patrón humano, físico o terrenal, dejando sorprendido y aun más perplejo a un Nicodemo que sabía no se equivocaba al reunirse con Cristo.
Finalmente, el Espíritu recopila una declaración poderosa dicha por el mismísimo Señor Jesús en su forma humana, acerca de un dogma injertado estos días: el ir al cielo. Él establace que nadie ha ido ni irá al cielo, sino que que solo descenderá del cielo: él mismo. Él ha sido el único que ascendió al cielo y por lo tanto también descenderá en su segunda venida, porque tuvo esa potestdad del Padre en virtud de su obediencia. A nadie más le es concedida esta virtud. Porque todos los mortales debajo del sol habremos de ir ya sea al paraíso los que durmamos en el Señor y el lugar de los muertos los que parten sin confesar al Señor Jesús como el Hijo de Dios. Amén.
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