Esta frase la expresó Jesús de Nazaret a Judas justo cuando éste, poseído por satanás, se disponía a señalar a los captores al hombre que debía entregar. Fue una señal de amor la que empleó Judas, no se dio cuenta que estaba cometiendo el mayor pecado de traición de todos los tiempos: indicar a los guardias quién era el Hijo de Dios.
Él ya había desechado la bondad y misericordia de Dios, no le bastó el tiempo que anduvo con el Maestro, el predicador de las buenas nuevas, ni con ver los milagros que hizo, con la autoridad que mostraba ante los religiosos, ni con los testimonios de todos aquellos que recibieron un milagro, vivió la experiencia de ver al Señor en el Espíritu. Despreció ver su esencia divina y el reconocimiento de haber salido de Dios. Se cansó del evangelio y prefirió el camino de la avaricia y codicia de seguir en sus pensamientos y sentimientos judíos de apoderarse de las naciones del mundo.
Judas representa a los que han andado en los caminos del Señor pero se vuelven atrás desviándose de la palabra y acogiéndose a buscar su propio camino. Ésos que ya no están conformes con el evangelio de la vida eterna y prefieren el reino material, físico y enseñan que en este mundo el orden de vivir es en poder y gloria. No quieren la palabra humilde del Señor Jesús, buscan siempre en la medida de sus posibilidades la arrogancia y soberbia de tener poder y dominio sobre sus feligreses; riquezas y dinero para engrandecerse sobre los demás; fama y reconocimiento del mundo para satisfacer su ego.
Es cierto que Judas era el hombre determinado para hacer esa acción, pero con valor habría cambiado su destino, pero no se negó y siguió su derrotero hasta cumplirse la escritura. Él ya no podía seguir viviendo después de su acción, porque cuando satanás salió de él (al haber cumplido con su propósito de engañarlo y guiarlo a consumar el más horrendo crimen) no pidió perdón. La escritura dice que se arrepintió: ¿qué significa? Su conciencia lo redarguyó, recordándole en su mente y corazón lo que había hecho y, con tanto pesar fue a donde estaban con los planeó semejante bajeza. Motivado por el asco y terror de haber vendido al Maestro, regresó y en un acto desesperado de conseguir perdón o consuelo, les aventó las monedas a los sacerdotes confesando su pecado. Pero era demasiado tarde, quizá pensó que solo lo azotarían, más no condenarlo a muerte y al ver esto, su horror fue indescriptiblemente grande. La respuesta que le dieron ellos selló su destino: “¿Qué nos importa a nosotros? ALLÁ TÚ” Dios, el mismo Maestro y su religión, lo desecharon. Ya no hubo quien le ayudara. Maldito por su acción y avaricia no soportó el peso de su traición y se quitó la vida. Ciertamente no era un hombre creyente puesto que nunca dejó de ser lo que había sido. Judas no cambió y sólo esperó el momento de su mala obra. Como se describe en el nuevo pacto y parafraseando la siguiente característica: estaba con ellos pero no era de ellos.
Ciertamente Judas no lo mató, él sólo lo entregó, y tuvieron que suceder varios desenlaces en los cuales intervinieron los que consumaron la muerte de Jesús. Por tanto, él tiene un lugar reservado distinto a todos los hombres, pues dejó que satanás lo condujera a planear la traición de la entrega, tenía que venir de adentro, del seno de los que acompañaban, ya estaba escrito. Y todo se cumplió.
Amigo lector: forma parte de la vida de Cristo al creer solamente que es el Hijo de Dios, todo se vendrá por añadidura al sostenerte en esa verdad. Judas conoció esa verdad y simuló aceptarla, al final prevaleció el desencanto del evangelio de Jesús y éste amados míos, fue su pecado: estar entre ellos, pero negarse a ser de ellos. ¿Después de gozar una alegría tan grande dentro de los discípulos de Cristo, despreciarla por treinta monedas de plata? Por eso no tienen perdón ni su pecado, ni la traición. Voy a transcribir dos pasajes bíblicos que ilustran el acontecer de esta traición:
Lucas 23:47-48 47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Mateo 27:3-10 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? !!Allá tú! 5 Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. 6 Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. 7 Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros.
8 Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. 9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; 10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.
El clero vio el arrepentimiento de Judas y aun así ellos siguieron con su maldad, porque sus corazones estaban carcomidos irremisiblemente de odio. Este registro bíblico queda para testimonio de todos aquellos que leen el evangelio del nuevo pacto para decidir su destino: o sigues a Jesucristo o te mantienes en el sistema religioso del mundo. ¡Tú tienes el destino de la eternidad! Amén.