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Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra


Mateo 28:16-20 16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén


El versículo 18 dice: conociéndolos se acercó y les dijo: toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra, esta palabra es una verdad eterna y para nuestro tiempo y forma parte de las promesas que el Espíritu Santo viene a revelarnos a la iglesia para que confiáramos en el Señor Jesús ya que su obediencia al Padre, le proporciona este hecho de poder y de contener este mandato del Padre.


No hay cosa alguna en la cual el Señor Jesús no tenga potestad, todo está sobre su dominio y señorío y esto lo traslada a sus discípulos para que lo transmitan a los nuevos creyentes y a los que van a tener la potestad de ser hijos de Dios por la fe en Jesucristo. Porque esta palabra sí es para nosotros y en nuestro tiempo. Porque lo confirma el Espíritu Santo a través de las cartas epistolares y en el libro de Hechos de los apóstoles se puede ver en el ministerio de Saulo de Tarso posteriormente llamado Pablo. Además que en el evangelio de Juan dice claramente que a los que crean y le sigan mayores cosas habrán de hacer. 12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.


Surgen muchas inquietudes a raíz del versículo 18 una de ellas ¿A quien se debe de orar ahora, al Padre o al Señor Jesucristo?, porque toda potestad le ha sido confiado a su Hijo Jesucristo. Y la pregunta la realizamos de conformidad a lo que está escrito en las diversas cartas epistolares ¿Es correcto invocar el nombre del Padre por el nombre de Jesucristo o directamente al Señor Jesús, lo importante es hacerlo en el Espíritu?


Dios es bueno y misericordioso y lo que demanda al hombre es que crea en su Hijo Jesucristo, esto le agrada sobremanera al Padre, quien te ha escogido desde antes de la fundación del mundo y ha permitido tu vida actual, porque a él le ha placido así, las religiones en un afán de protagonismo buscan la gloria y el poder absoluto sobre las personas, sus hechos externos e internos los delata y les hace ver su verdadera condición delante de los que son hijos de Dios por la fe en Jesucristo. No hay nada bueno en ninguna religión, es preciso salir a quien tiene la potestad sobre el cielo y la tierra.


El Padre te dirige a Jesucristo y éste te llevará al Padre, el medio adecuado es por el Espíritu Santo, la función del Espíritu Santo es llevarte a Jesucristo solamente, a repartir el don o el fruto que te otorgue, a revelarte el propósito del Padre en tu vida y a seguir la vida en Cristo. El Espíritu ha estado desde el inicio de la creación, lo sabe todo, lo hizo todo, comunica a los hijos de la voluntad del Padre y ayuda formarse a Cristo en tu vida.


(Ver blogs anteriores Espíritu Santo del 1 al 4). Existen erróneas doctrinas que dicen que el ministerio de apóstoles ya no existe, que los últimos lo constituyeron hasta el apóstol Pablo, lo cual es un error doctrinal muy fuerte, ya que los ministerios los ordena el Señor Jesucristo, a quien él considera apto para dicho ministerio. La iglesia no puede imponer manos sobre los futuros apóstoles, es un ministerio dirigido por el Señor Jesucristo, al contrario de los otros ministerios que veremos en un posterior blog este tema.


El versículo 20 contradice los principios religiosos, la obediencia es solamente a Jesucristo, en todo el nuevo pacto no hay ninguna insinuación a obedecer otra enseñanza que no sea lo que está escrito en el nuevo pacto, ya no hay nuevas palabras, solamente el nuevo pacto encierra el contenido de la verdad. Los mandatos de Jesucristo son los que debemos seguir por disposición del Padre.


El principio de la iglesia es reunirse en el nombre de Jesucristo donde dos o más se reúnan en su nombre él está en medio de la congregación, las religiones que se dicen a Dios, no enseñan esta verdad, ¿por qué esta tremenda omisión? Porque ellos no representan al Señor Jesucristo aquí en este mundo. Ellos representan lo abominable a Dios y usan su falso poder para engañar a las multitudes que buscan a Dios.

El Señor Jesucristo es el Pastor y está con nosotros hasta el fin del mundo, en su segunda venida reinaremos con él mil años aunque no toda la iglesia, solamente los vencedores de este mundo, los que hemos resistido los embates del mundo, de nuestra carne y de las asechanzas del enemigo de Dios.


En ninguna parte de los versículos del 16 al 20 existe una mención que el Señor ascendió al cielo, como algunos por falta de lectura, lo quieren confundir. Los discípulos fueron a Galilea con el propósito de tener comunión con el Señor Jesús, la ascensión del Señor Jesús sucedió en Betania como está escrito en Lucas 24:50-53 50 Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. 51 Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. 52 Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; 53 y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.


La ascensión del Señor Jesús contiene aspectos importantes que se verán en un posterior blog. Lo importante es volver a los ojos solamente a Jesucristo, no en la forma idolátrica de mostrarlo en una cruz, una imagen, un objeto, un gráfico o cualquier otra cosa material, hecho por manos de hombre o en figuras que se aparecen en diferentes lugares, en ninguna parte del nuevo pacto nos enseña eso. Solamente vemos al invisible por medio del Espíritu Santo y sólo nos daremos cuenta de estar en el Espíritu si hacemos la voluntad del Padre en el cumplimiento de las enseñanzas de Jesucristo. Así se confirma que estamos en el Verdadero, con la verdad. Amén.

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