Editorial 105
- Cuerpo Editorial
- 9 abr 2016
- 3 Min. de lectura

Uno de los grandes errores cometidos en el transcurso del tiempo de la iglesia de Jesucristo por algunos, fue el marcar con mayor énfasis ciertas doctrinas (conocimientos) bíblicas no conforme al Espíritu. Y es que, aunque el Espíritu te da libertad y sabe lo que es para ti y lo que necesitas para el ejercicio de tu vida espiritual, no da de más, sino el justo contenido de don y fruto que te van acompañar el resto de tu vida.
La lectura del nuevo pacto es integral y completa, nada es de desecharse, por el contrario, la lectura en orden; capítulo por capitulo, versículo por versículo, sin lugar a dudas trae más revelación que confusión, más integración a Jesucristo y desapego de todo mal conocimiento de Dios. Creer que Jesucristo es el Hijo de Dios es el inicio a una vida espiritual plena de promesas que te hará ver el punto en el cual te encuentras. De ahí, es solo seguir la guianza del Espíritu Santo y te apartará a guardarte de los falsos obreros, profetas, apóstoles hoy llamados líderes como si fuera una señal para que te detengas a observar.
Las denominaciones son producto de un énfasis desmesurado en ciertos versículos que no corresponde al dominio propio, ni a la sabiduría de Dios, así como también a ciertas desviaciones de los que dirigen en su imitación por evocar las conductas de donde salieron. El amor de nuestro Padre y el amor de Jesucristo son quizás lo menos que quieren acercarse a experimentar, las enseñanzas de Jesucristo son casi menos que imposible de compartirlas, lo más que degustan son los temas escatológicos, del dominio y señorío sobre la grey, inclusive fe ciega a sus ordenamientos, es triste ver cómo se alejan cada vez más de la humildad y misericordia que nos enseña nuestro Señor Jesucristo.
Las denominaciones se fabrican a montones, auspiciadas por el enemigo de Dios que los lleva a judaizar y a llevar una vida doble de promesas engañadoras inexistentes en el sentido espiritual y por otra parte, a no ejercer la vida espiritual al no obedecer al Espíritu Santo de volverse a Jesucristo.
Es difícil creer que también los denominacionales y las sectas, no contentos con no seguir los pasos del Señor Jesucristo, se convierten en heraldos de maquinaciones humanas y de elaborar sus propias biblias, si la Babilonia es un conjunto de conocimientos hechiceros y diabólicos, estos tratan de emularla para tener más prosélitos y su fin es una aparente prosperidad, pero pagarán caro esos falsos hermanos, impostores de la verdad.
El Señor Jesús en su ministerio, dejó en claro su enseñanza y prometió el Consolador (el Espíritu Santo) para todos aquellos creyentes en su nombre, no hay cosa alguna que el Espíritu desconozca, él ha estado desde el mismo principio de la existencia de la creación. Es la composición de lo hecho y hasta lo que no se ha manifestado todavía.
La división es lamentable, el cuerpo debe estar unido y quien se separa se mantiene en grado de perdición. Es muy fácil detectar quienes estamos en el orden espiritual de Dios y quienes son imitadores, desviados y perdedores, si bien les va, ellos se llaman cristianos, nosotros hijos de Dios por la fe en Jesucristo, ellos le llaman Dios, nosotros le llamamos Padre, ellos creen perder la salvación, nosotros somos salvos por la fe en Jesucristo, ellos andan por obras, nosotros por fe con obras. Ellos no andan en el amor, nosotros somos amor por el espíritu de Dios, ellos invocan al Espíritu Santo, nosotros lo tenemos en nuestro interior, ellos se llaman como su denominación, nosotros nos llamamos la iglesia de Jesucristo, la iglesia de Dios.
Ellos dejaron de ser idólatras y ahora siguen a su líder; ellos dejaron los templos y volvieron hacer otros templos; ellos dejaron las hechicerías y ahora judaízan; ellos dejaron el clero religioso y ahora forman su propio clero; ellos dejaron de ser religiosos y ahora forman otra religión.
Salid, pueblo mío, a la libertad. buscad a Jesucristo por el Espíritu Santo. Amén.
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