En el capítulo doce de Mateo hay una gran variedad de conocimientos que el Señor Jesús enseña a la iglesia a fin de que podamos discernirlo en el Espíritu. Para este tema he seleccionado los versículos que nos interesa conocer para explicar este gran pecado cometido al blasfemar contra el Espíritu Santo. Hacemos la indicación que se mantiene este pecado vigente hasta nuestros días por causa de aquellos que van en contra de la verdad y la palabra de nuestro Padre.
Mateo 12:24-32 24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. 25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
En el inicio de su ministerio Jesucristo expuso para todos los oyentes el propósito de su ministerio, a quién iba dirigido y que su palabra constituía una obediencia al Padre ya que era la palabra que el gran Dios le había mandado decir, acompañado de su palabra, esta intrínsecamente el poder espiritual de Dios en su vida.
En el capítulo doce Jesucristo había realizado milagros ante el pueblo y los fariseos, así mismo, Jesucristo leyó una parte de la escritura en Isaías que hablaban de él, el mismo pueblo dudaba que él era el enviado, aun después de ver las señales y los milagros que obraba ante ellos. Pero había una secta de hombres que no solo les irritaba y molestaba el proceder de Jesucristo sino que continuamente lo atacaban y era propicio a buscar siempre la manera de ofenderle y tenderle trampas para ver algún acontecimiento que sirviera para juzgarlo. Estos hombres son los fariseos. Ver blog posterior del mes de diciembre (Los fariseos hasta nuestros tiempos). Hombres seudo religiosos que engañaban a la sociedad judía de buscar a Dios y que el mismo Señor Jesús los declaró hipócritas y hacedores de maldad, era una secta que vivía dentro del clero judío y que profesaban conocer la escritura, sin embargo sus hechos estaban muy lejos de obedecerla.
De ahí que el Espíritu Santo los menciona que son los autores de haber dicho las palabras que se encuentran escritas en el versículo 24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.
¡El no creer basta para ofender a Dios! Pero además el ir contra la voluntad de Dios y maldecir la verdad es ofensivo y agresivo y delante del pueblo para hacer pública su aversión al Señor Jesucristo, es digna la contestación y el juicio que hace el Señor Jesucristo sobre ellos y los que se pronuncian contra las obras y prodigios de Dios.
Analicemos lo anterior: los fariseos se hacían pasar por conocedores de la palabra de Dios y establecían una imagen ante el pueblo que eran hacedores del cumplimiento de la ley y los profetas, los fariseos estaban seguros que Jesucristo no era el común denominador de los demás hombres, su autoridad, poder y palabra constituía una seria amenaza ante el reconocimiento del pueblo a ellos, y ya habían arraigado en su corazón matarle, no solo desterrarlo ni correrlo, sabían que no era lo suficiente, en su mente ya fraguaban matarle. Ante este contexto su furia y envidia los hizo perder la cabeza y cometieron el gran error de confundir el poder Dios con el poder del enemigo de Dios.
Los fariseos que decían conocer la palabra de Dios y que declaraban que eran el pueblo de Dios no reconocía a su Salvador y Mensajero de la palabra Dios que traía el amor y la misericordia para toda la humanidad en un orden de convivencia espiritual entre todas las naciones. Declarar que el poder de Jesucristo no era el poder de Dios sino del enemigo de Dios constituyó una gran afrenta a su Hacedor. No es suficiente conocer la palabra de Dios, sino creerla y aplicarla en la vida diaria para los que son de Dios, pero confundir el poder de Dios y atacarlo era digno de un juicio y una severa sentencia en el cual el Señor Jesús nos da una brillante lección de paz y humildad para dar a conocer su sabiduría.
25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?
Los fariseos lo decían pero Jesucristo sabía realmente sus pensamientos (ojo estimados lectores: el Señor Jesús conoce lo que hay en los corazones y mentes de todos los hombres, no se vale engañarnos somos del Señor Jesús y su palabra o somos de otra clase que se engaña) y les atribuye una perla de sabiduría, la unidad en una ciudad, familia o una institución es clave para ser fortaleza. Si hay división esta próxima desmoronarse o caerse.
Y esto incluye al reino bajo y oscurantista de su enemigo, no se puede atacar el demonio a sí mismo, es un error de sensatez que exhibe a los fariseos que están llenos de odio y envidia contra las cosas del Señor Jesús. Son los que buscan los intereses personales y ven al pueblo como sus objetos manipulables, algo así obedece a muchos líderes religiosos que creen ser los dueños de la grey y van a continuar con mentiras y dogmas falsos para que no vean a Dios sino sus cosas abominables producto de su desvarío y su perdición.
27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
Esta palabra es letal para el entendimiento de los fariseos Jesucristo es el Hijo de Dios, es el único maestro autorizado en ese tiempo para enseñar, tiene poco tiempo de haber salido de Dios y fue engendrado por el Espíritu Santo de Dios y su palabra es fiel y verdadera. Jesucristo en un fuerte comparativo dice 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Los fariseos saben el engaño que han vivido y lo que han enseñado a sus hijos, no hay más palabras: el argumento juicioso comparativo los deja inermes y otra vez les sacude su conciencia torcida.
Y de nuevo los confronta con el nuevo designo, el reino de Dios ha llegado, un reino que muchos hermanos desconocen tener en su corazón al no albergar en su corazón la palabra de Jesucristo y dejar que reine el Padre y Jesucristo en los corazones de los creyentes.
El ejemplo que sigue es lógico y elemental para el hombre y tiene que ver con la potestad que le otorgará a la iglesia del poder desatar y atar. El versículo 30 establece a los que dicen conocer su palabra o estás en él o contra él, si estás en él, estarás cimentado en la fe y obrarás con amor y tendrás su esperanza en Jesucristo, si estas contra él cuídate de no proferir alguna palabra contra las obras del Espíritu Santo de los hermanos. El que está en él recoge, va engrandeciendo su vida espiritual y creciendo por profecía viviendo con aquellos que son con el Señor Jesús, el que no recoge con Jesucristo se vuelve vacía y su vida espiritual llega sin nada, por tanto; llega a un juicio carente de Cristo y es declarado producto de un desparramiento que será objeto de no estar fortalecido en el cuerpo de Cristo.
29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.
30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
El juicio para los fariseos es tremendo y no tiene escapatoria, su fin está destinado, no hay perdón, pudo más su necedad e insensatez.
31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
Esta lección es para reflexionar amigo lector: Jesucristo pagó por todos los pecados de los hombres desde su nacimiento hasta su muerte están perdonados. El pecado insalvable es la blasfemia contra el Espíritu Santo y esto acontece en este tiempo en los que juzgan la obra del Espíritu Santo en algún siervo del Señor Jesucristo que obre con el poder de Dios y lo juzgue diciendo que es obra del diablo. Los fariseos pagaron caro su blasfemia y fueron condenados por toda la eternidad, esto no tiene que ver con el castigo de Jerusalén, eso constituye otro juicio, ni la maldición que echaron sobre sus hijos; esto es otro juicio. Constituye el haber afrentado al poder Dios y confundirlo con un poder satánico cuando el Señor Jesucristo obraba en Espíritu Santo que provenía de parte del Padre.
No debemos confundir este pecado con el cometido por Ananías y Safira descrita en el capítulo 5 de los Hechos de los apóstoles en el cual dice mintieron y no dice blasfemaron, ni tampoco debe confundirse con esta declaración profética en nuestros tiempos del espíritu de Filadelfia en la iglesia señalada en el capítulo 3 del libro de Apocalipsis 9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
Creamos en su bendita promesa del versículo diez y sigamos en la palabra de Jesucristo, tan sólo porque aunque tengamos poca fuerza, hemos guardado su palabra, y no hemos negado el nombre de Jesucristo. Amén.
Comments