Me han preguntado durante los años que hemos recorrido el camino en Jesucristo y creo que a mí en lo personal también, fue una pregunta que me inquietó en mis inicios al ser de los hijos de Dios por la fe en Jesucristo, sobre el concepto tiempo. O sea, sobre nuestro periodo de vida en este mundo y en la eternidad y formulé para ello algunas cuestiones que me fueron introduciendo sobre el tema tan interesante y misterioso que no podría tratarse en un pequeño editorial como el presente, sin embargo me daré a la tarea de explicar brevemente lo que hasta ahora nos ha sido revelado a los hermanos en Jesucristo que nos ha correspondido tratarlo.
Evidentemente el transcurso del tiempo esto es: el paso de un fenómeno físico existente en este mundo que hace que todo ser vivo e inanimado acumule tiempo sobre sí desde que nace e inicie con ello un desgaste natural que transforma su esencia hasta el punto que se extinga después de haber disfrutado de la vida y que por razones obvias no hay manera de detenerlo y se cumple en forma inexorable y verdadera el fin de una existencia. Esta situación obedece a una ley decretada por el Creador para el cumplimiento de su voluntad en la creación, el Creador da vida a la creación física y natural de nuestro mundo en esta tierra, pera ha determinado el fin de todas las cosas y de toda vida humana y animal, por más que el hombre científico quiera obstaculizar dicho proceso lo único que hace es engrandecer a su Creador.
Dios no envejece, permanece como es y ha sido, en Él no hay presente, pasado y futuro, Él es y no hay nada más que Él. El tiempo lo ha determinado para este mundo, en su dimensión de gloria no hay tiempo, no se muda ni un milímetro de su majestad y creación espiritual, el tiempo no es para la eternidad, es exclusivamente para este mundo y nada ni nadie puede cambiarlo. El gran Creador de los cielos y la tierra, ahora en esta época, en su soberanía, por amor y misericordia a todos los hombres de esta época, se ha manifestado como nuestro Padre por la obra maravillosa de enviar a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados y darnos de su vida eterna.
En la eternidad no hay tiempo que transcurre de ahí que en esta carne mortal no se podrá lograr dicho plan, es necesario ser transformados para que nuestra alma se ajuste a dicho destino de alejarnos de la corrupción de nuestra carne y de la relatividad de nuestra existencia actual. El tiempo no se mide en la eternidad, solo en este mundo se recorre segundo a segundo el paso de nuestra duración, pero en la majestad de su gloria en los cielos es inefable e indescriptible lo que sucede. Con la esperanza puesta en Jesucristo inicias atisbar lo más valioso de las promesas que Dios te tiene contemplado, dice la escritura que un día para el Señor es como mil años y mil años es como un día, en la mayoría de los hijos de Dios quienes resultan ser vencedores reinarán por mil años aquí en la tierra a lado del Señor Jesucristo en su segunda venida, este tiempo es de este mundo, así lo ha prometido en los tiempos que fija el Señor valdrá el en la grandeza del Creador.
Una gran verdad es que en la vida de todos los seres humanos que han existido, Dios ha encapsulado el tiempo y se pondrá a repasarlo juntamente con cada uno en el juicio, él es un justo Juez y no deja que ninguna evidencia quede fuera del juicio. Aquí nos detenemos para explicarte que nuestro Padre no quiere que estés en esta circunstancias: la misericordia y amor de Él hacia el hombre no tiene comparación alguna, solo te invita a que reconozcas a Jesucristo como a su Hijo, lo creas, lo confieses y lo publiques con tu boca. Este es el momento de este tiempo que te va a dar la eternidad, desde ahora y para siempre. Amén. (Te invitamos a que leas el blog Jesucristo el Hijo de Dios)