Amados lectores. En el blog anterior se trató el tema de la rebeldía. Para terminar con aquello, establecemos que en la congregación de Jesucristo simplemente NO tiene cabida, porque o recoges con él o le desparramas. En el segundo tópico verán por qué lo decía.
2. Traición
La traición es la consecuencia de una rebeldía constante y no desarraigada a tiempo. Cuando tal persona tiene contaminado el corazón le lleva a conspirar y buscar la manera de hacer caer a quien no se tolera.
Consiste en formular un plan de acción con tal fin, de tal forma que hay que destruir todo modo de salvación, escape o seguridad. No hay misericordia ni lealtad. Es por eso que el Señor Jesús desecha a los traidores de su congregación porque ellos no buscan bien sino el mal, como el príncipe a quien se le concesiona esta tierra haciéndola su mundo.
La traición ennegrece la conciencia de la gente al enviarle por un camino sin retorno de confusión, mentiras y falsas esperanzas. Traidores son todos aquellos que pervierten la escritura, los que inventan doctrinas y obligan a realizar ritos, celebrar actos paganos y coartan su libertad con prohibiciones absurdas.
Ya con el mismo Judas Iscariote se da un ejemplo de lo que la mala imagen dada de un traidor es realidad ante los mismos seres humanos, creyentes o no. ¿Qué podremos esperar del ÁLTISIMO DIOS podría tener hacia aquel que traicione a su Hijo, el Señor Jesús así como aquél atrevido Iscariote? ¡Ni pensarlo!
Por eso mismo, una vez que comenzamos este hermoso camino de salvación no podemos regresar atrás. Porque nadie en su sano juicio querrá estar a lado de alguien susceptible de traición para con uno ¿verdad? Pero los traidores no se mostrarán como tales sino como personas piadosas. De otro modo serían descubiertos. Así que pues, amados míos, vean en sus congregaciones y ustedes mismos en el Espíritu guárdense de semejantes enemigos en su vida diaria.
No debemos olvidar que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra principados y potestades espirituales que engañan a los incautos e ingenuos. Pero si un tal comienza con dichos suaves a instigar en secreto contra otro, el tal debe ser confrontado porque como el Señor Jesús demanda, sea nuestro hablar sí, sí o no, no.
La prudencia, la diplomacia, la mesura son nuestras cartas de presentación. La confianza con precaución es algo que debemos brindar al prójimo, el amor con fe es algo que debemos otorgar al creyente en Cristo.
Una aptitud en todo traidor es su habilidad al mentir, pero de ésta se hablará más específicamente en el siguiente blog. Estas personas se disfrazan y tratan de pasar desapercibidas hasta dar con su propósito, pero ¿cómo descubrirlas?
No pueden reconocer verdad como su estilo de hablar. Niegan a Jesucristo como Hijo de Dios, NO le pueden confesar como tal. Propagan ideas completamente ajenas al bienestar de la grey, dar a conocer extraños conocimientos traídos de religiones revolviéndoles con pasajes escriturales. Se molestan cuando les hablas de Jesucristo de continuo, no toleran oír mucho su Santo Nombre y buscan cambiar el tema de conversación. Gustan de pláticas esotéricas, metafísicas, ocultistas, pseudocientíficas, hebraicas, moralistas y religiosas antes de discutir algo del nuevo pacto. Suelen ser muy dulces y, en las conversaciones grupales, prefieren conversaciones privadas y hablando de otros. Son crueles. Tan pronto son descubiertos o logran su cometido, no muestran afección alguna o remordimiento.
Como pueden ver, estos tres pecados están muy relacionados, íntimamente ligados uno con otro, aunque no necesariamente en el orden en que están siendo explicados.
Si estamos en un lugar o situación que incomoda, es mejor practicar la franqueza y sinceridad y declarar que no es para nosotros eso. El Señor Jesús es muy claro en enseñarnos eso, pues él dice que lo busca y dice lo que no le gusta. Por eso mismo en Apocalipsis él declara que prefiere lo frío o lo caliente pero no lo tibio. Porque debemos tomar partido y no estar en medio. Dios tiene a sus hijos y a los extraños, el Señor Jesús tiene a sus escogidos y a los no escogidos. Incluso el enemigo tiene a sus compinches y a los hijos de Dios, con los que lucha infructuosamente.
Por tanto, debemos ser fieles a una cosa, no dos. Y si es Jesucristo mucho mejor. Nuestra tendencia al crecer en el evangelio es decidir gradualmente por todo lo relacionado a la luz, a Cristo, a lo del Espíritu, a lo que Dios tiene para nosotros sus hijos. Y desechar lo opuesto. La honestidad para con nosotros mismos y a Dios es la vacuna contra la traición.
Amados, hasta aquí llega este asunto. Rogad al Todopoderoso os de luz y entendimiento para atesorar estas palabras y sellen en sus corazones en el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, amén. Saludos.