Mateo 23:37-39 37 que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! 38 He aquí vuestra casa os es dejada desierta. 39 Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Tremendo juicio profético de nuestro Señor Jesucristo a la gran ciudad de nuestro Padre. Lo que produce la religión es un efecto contrario a Dios, es la palabra de Dios lo que prevalece y ahora la palabra es la del Señor Jesucristo en nuestros tiempos, tal como está escrito en su nuevo testamento. Los religiosos aborrecen las cosas y las palabras de Dios, no son de Dios y no quieren a los que les son enviados, hay que salir de la religiosidad y volverse a la palabra del Señor Jesús. Intégrate a la vida de la iglesia y comparte de tu vida espiritual una vida plena de Jesucristo.
La unidad es lo que busca el Padre en sus hijos para protección, seguridad y sustento, ahora somos los hijos de Dios por la fe en el Señor Jesucristo en el cual clama que nos unamos en torno a él, no a lo judaizante sino a la palabra de Jesucristo vertida en el nuevo pacto, solamente el Hijo de Dios podría hacer tremendo juicio a esa gran ciudad que incluía al templo, porque se acercaba el tiempo próximo a recibir la herencia de todo lo existente de parte de nuestro Padre, su sacrificio en la cruz en esa ciudad santa (apartada por Dios) era el último punto de rebeldía con el Dios de su pueblo, nada qué imitar, nada que voltear a verlos, nada que tomar de ellos, rechazaron al Hijo de Dios después de tantas oportunidades que les brindó nuestro Padre y su juicio hasta ahora sigue.
En la casa desierta no hay nada, está seca, no hay nada qué compartir solo el vacío, la soledad y el polvo de sus malas acciones viven. Pero la volverá a iluminar de nuevo el Señor Jesús y con ello la esperanza de la iglesia de Jesucristo. ¡Vuélvete a la lectura del nuevo pacto, sé de Jesucristo y vive su palabra! Transcribiremos lo que dijo el apóstol Pablo de los que se quieren volver atrás en lugar de ver a nuestro libertador y libertad en Gálatas 4:21-31 21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. 28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Más ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
El Señor Jesucristo busca la unidad en todos los que creen en él. Y se aclara, uno no los excluye, sino que así está escrito. Y esto para que en el tiempo que el pueblo rebelde esté fuera de la gracia, los que estábamos afuera ahora estemos dentro, por la fe en quien nos abrió las puertas: nuestro Señor Jesucristo.
No es cuestión de rebatir doctrinas, ni condenar a nadie: la palabra dice: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo tu y tu casa” y serás salvo, gentil o judío, hombre o mujer. Y si Cristo dio ese juicio hacia la ciudad de Jerusalén, era porque no creían en él, le aborrecieron. Porque él a la verdad, vino primero a los suyos, pero no le recibieron, sino que le humillaron y mataron. Cumplió, obedeció y se le dio el poder.
Porque la ley ciertamente fue dada a los judíos, para que con la fe según sus obras fuesen redimidos. Mas el Señor Jesús fue más allá de la ley, más allá del pueblo judío, al resto de los hombres. ¡A NOSOTROS! ¿Por qué pues insultar el Santo Nombre del Señor al tratar de ponerse un yugo que ni fue impuesto por Dios Padre, ni mucho menos por su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador?
Luego otro dirá: “Pero también el antiguo pacto es palabra de Dios” Ciertamente, pero no es para nosotros, sino para los antiguos, los de antes de Cristo. Y ya no hay de esas generaciones. Cualquier conocimiento ahí ya no es más que el evangelio de Jesucristo. Lo religioso judío no es para nosotros, al ser gentiles. Y Dios ha dado todo el poder a su Hijo. Pero a partir de aquí, habrá que ser muy juiciosos antes de volver a poner en tela de juicio la validez del nuevo pacto por darle importancia al antiguo.
Si amas a Jesucristo, demuéstraselo leyendo lo que él dijo en los evangelios, en los hechos de los apóstoles, en las cartas epistolares, en el Apocalipsis. Sigue su camino andando como él anduvo (fe, sencillez, amor) y no en religiones. Porque si así es el caso, es mejor ser familia genuina que falso compatriota. Es mejor ser hermano(a) por fe de Jesucristo, que un falso israelita.
Que la gracia y el amor de Jesucristo, sobreabunde en sus espíritus, amén.