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Amor al prójimo


Desde los inicios del pueblo judío el Dios de amor les inculcó la obligación y necesidad de demostrar y vivir el amor al prójimo. Dios sabía que el fin de toda la ley es el amor y se debe prodigarlo con la mayor entrega y disponibilidad a todas las personas que los rodean. Si tu no robas, no piensas en adulterar con mujer extraña, no das falso testimonio, ni mientes, verdaderamente cumples con no hacer daño a los que viven cerca de ti. El amor complaciente a ti mismo es el mismo que debes prodigar, no hay medida, tamaño o nivel. Es darlo como mereciendo lo que es agradable para ti. Si tú no quieres que te hagan un daño no lo hagas tampoco, es sabia y sencilla la regla impuesta por Dios y es bueno obedecerla, porque lo que tú siembras, es lo que vas a recoger. Así lo enseña el apóstol Pablo conocedor de la ley en 1 Corintios 13:9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.


El pueblo judío conocía las reglas de Dios, pero no pudieron llevarlas, les fue difícil y se excusaron, después con la venida del Señor Jesucristo quiso despertar en el pueblo el anhelo de volverse a Dios y recrearse en la nueva palabra que habría de establecerse ya no nada más al pueblo judío sino a todas las naciones del mundo antiguo y de las nuevas generaciones. El Señor Jesucristo inició su ministerio con los diversos bienaventurados que habrían de abrazarse del nuevo evangelio y con los nuevos mandamientos suyos que habrían de ponerse en la mente y los corazones de sus seguidores. Se puede leer en Mateo 5:43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Ya no solamente el prójimo que está a nuestros alrededores sino también los enemigos son dignos de tenerlos en cuenta como seres en los cuales hay que cumplir ciertos protocolos de acuerdo con su palabra. Las reglas cambiaron y ahora usar la misericordia y el amor se vuelven insustituibles para el andar en Cristo. Es muy importante recordar que si ponemos de nuestro esfuerzo humano en tratar de obtener una determinada conducta fracasaremos, el único quien determina nuestro proceder para agradarle es Dios.


Transcribiremos íntegramente el siguiente relato de la escritura en Lucas 10:25-37 25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. 29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.


La lectura del anterior relato nos debe poner en alerta de si verdaderamente hemos comprendido lo necesario que es vivir el amor al prójimo ya que es un testimonio al mundo que el Dios de amor vive en nosotros. El que pregunta es un intérprete de la ley, si él la interpreta se da por un hecho que la conoce y en su humana curiosidad busca conocer la respuesta del maestro. Jesucristo utiliza al sacerdote y al levita miembros de la orden clerical judía como ejemplos que ellos no dispensan amor, sino que buscan prosélitos y feligreses y cuando se requiere su ayuda no están al alcance, por tal motivo utiliza la analogía perfecta al mencionar a los dos religiosos que al igual que el que pregunta saben la ley pero no la hacen.

El samaritano era un pueblo no bien visto por los judíos, eran aceite y agua y no se mezclaban sentían aversión y no permitirían ayuda de uno a otro, el samaritano hace todo lo posible por el caído en desgracia, cosa que no hicieron los otros dos, una lección que es difícil olvidarla al darle cinco supuestos que se debe realizar para la demostración perfecta del amor al prójimo:


Fue movido a misericordia


Vendó sus heridas, echándoles aceite y vino


Lo llevó al mesón, y cuidó de él


Sacó dos denarios, y los dio al mesonero,


y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese.


Jesucristo era el único que lo podía hacer en ese tiempo y en este tiempo solamente viviendo Cristo en nuestro corazón y por el Espíritu Santo los hijos de Dios están capacitados para hacer uso de la misericordia y amor. El que había caído en manos del enemigo de Dios hay que ayudarle es el ladrón que busca despojarte de tus tesoros que te ha brindado el Padre. Reconoce el gran amor que tiene para ti desde antes de la fundación del mundo.


El que te dice es Jesucristo, el único maestro verdadero en ese tiempo autorizado para hablar de la misericordia y amor aun y cuando había otros maestros de la ley como Gamaliel y otros, para la iglesia solo el Señor permite que el único maestro a seguir es a él a nadie más, se le puede decir Maestro, es el único que viene de los cielos a revelar una palabra que viene del Padre, después en pentecostés se abre la normal de los maestros por designo del Señor Jesucristo y del Espíritu Santo en forma colegiada con la iglesia.


El amor y misericordia constituye la actividad que se debe vivir en nuestro caminar, debe convertirse en algo cotidiano y sin reservas, la gracia no invalida este proceder en mundo, al contrario, somos los que más debemos de prodigarlo en el nombre del Señor Jesucristo, así lo menciona el apóstol Pablo en Gálatas 5:14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y en la carta de Santiago 2:8 Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis


La distinción de ser hijos de Dios por la fe en Jesucristo nos hace dar testimonio ante el mundo que el Señor Jesús vive en nosotros y al igual que nuestro maestro debemos obrar en el amor a nuestro prójimo. Pablo escribe en Romanos 15:2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Y se escribe en Hebreos 8:11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Es un hecho que el hombre no puede escapar de su conocimiento. Dios quiere que todos vengan al arrepentimiento. En lo más profundo del hombre está la conciencia de que Dios existe, la negación y el desprecio de su señorío será guardado para el día de su Juicio.


Concluyendo, practicar el amor al prójimo es una extensión del amor del Padre para con sus hijos dispersos en esta tierra hacia quien sea, sean hijos o incrédulos. Porque para ser hijos luego debemos reflejar lo que el Padre hace en nosotros. De poco sirve amar a los que nos aman. Hay que amar a los que no nos aman. Hay quienes buscan el amor en sus vidas y nosotros, al practicarlo en esas almas solitarias y vacías, verán que su orfandad espiritual será transitoria, si deciden creer que tienen un Padre en su espera, por medio del Hijo que les mostrará el camino. Amén.

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