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La Adoración


La verdadera adoración procede del interior mismo de nuestro ser. Es de naturaleza humana conducida por el espíritu de Dios y por medio del Señor Jesucristo, no hay más verdad en el mundo que requiere ser conocida: Jesucristo es el Hijo de Dios, tú lo adoras cuando lo dices con tus labios, con tu mente , en tu corazón, lo escribes, lo lees, esa es la adoración continua y permanente que el Padre busca: se acabaron posiciones, palabras, pensamientos, la óptima adoración perpetua es creer en su Hijo y decirlo en Espíritu, pruébalo es la mejor adoración. Así está escrito en Juan 4:23 Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.


¿En que consiste la adoración? El significado de la palabra griega en el Nuevo Testamento traducida más a menudo como "adoración" (proskuneo) es "postrarse delante" o "arrodillarse delante." La adoración es una actitud del espíritu. Se encuentra escrito En Mateo 2:1-2 1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Es la primera mención de adoración a Jesús, no eran judíos y Dios en su propósito de revelación al mundo va encaminado al hombre que Jesús es digno de adoración en señal de reconocimiento a la obra perfecta de salvación para los hombres de su creación.


El enemigo de Dios tentó a Jesús en el inicio de su ministerio con poder en Mateo 4:8-10 8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El Padre y Jesucristo son dignos de adoración, no hay nadie más que puedan recibir adoración por parte de los hombres, es una enseñanza vital para el hombre y es de un conocimiento fundamental de los seres vivos adorar al creador y a su Hijo Jesucristo.


Qué situación más difícil de los discípulos del Señor Jesucristo es la que se registra en Mateo 28:16-17 16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. El Espíritu Santo relata la duda que había en ciertos discípulos, aun así lo adoraron; digno al vencer la muerte, al cumplir su promesa de que va al Padre, al que va estar con nosotros hasta el fin de los siglos, al que estará presente en las reuniones merecedor de recibir la honra por la sujeción al Padre, por hacer la voluntad, por cumplir con todos las encomiendas, por padecer, por mostrarnos el camino al Padre. No hay duda ya, él esta en nosotros, con nosotros y por nosotros en este mundo. No nos ha dejado solos, pues tenemos el Espíritu Santo de Dios y lo tenemos a él diariamente en nuestras vidas, adoremos al Hijo de Dios.


El Espíritu Santo nos dice que en este pasaje de la biblia del nuevo pacto está la clave para cumplir con lo establecido en Juan 4:23, la adoración está en la declaración de creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, le adoras pues es el máximo conocimiento de los hijos de Dios para su integración a su iglesia, leamos lo que dice en: Juan 9:35-38 35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Hemos escrito anteriormente que Jesucristo no dijo que era el Hijo de Dios y se muestra en este pasaje cuando dijo; el que habla contigo, él es. Otra enseñanza profética es la que se muestra más adelante cuando profetiza que de lo vil y de lo menospreciado el Padre nos conducirá a la salvación por medio de Jesucristo.


Un pasaje bíblico poco referido en las disertaciones es el siguiente en Juan 12:20-26 20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23 Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Hay mucha enseñanza en este pasaje y con intención lo introducimos a este tema de adoración porque Jesucristo participa a sus discípulos de la señal de que el propósito de Dios sea pronta a cumplir.


Unos griegos -pueblo gentil- vinieron adorar al templo (doctrina judaica), ya que los judíos estaban dispersados en toda la tierra y éstos griegos fueron influenciados a la doctrina judía, porque claramente venían a adorar, oyeron hablar de Jesús y querían conocer al Maestro. El Espíritu pues, los condujo y preguntaron a los discípulos, y éstos le dicen al Señor Jesús que da una lección profunda pero sencilla y difícil de aplicarla en la vida. La muerte a los deseos del mundo, a tu yo por el camino a servir a Dios, no es para los creyentes es para los que son siervos del Señor Jesucristo, aborrecer el mundo, no ir en pos de él o amarlo, generalmente se dice que el fruto de un grano de trigo es llenar de prosélitos las congregaciones y este error doctrinal es lo que lleva al error y al engaño. El grano que verdaderamente muere para el Señor Jesús llevar fruto en si mismo, será un testimonio a los demás, un ejemplo de morir para servir al Señor Jesucristo, esta es la verdadera revelación, morir para servir al Hijo de Dios, debemos de seguir a Jesucristo con su palabra.


Otro relato importante de mencionar es el que está escrito en Hechos 8:27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, un ejemplo más que es el Padre el que envía al camino de salvación, creyó que Jesucristo es el Hijo de Dios se bautizó en su nombre y se fue gozoso a su tierra.


Un relato que al parecer no es de mucha utilidad es el que está escrito en Hechos 10:25 Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. La enseñanza es que ningún hombre puede ser digno de adoración y es un error y engaño en el cual han caído muchos.


Los pueblos gentiles (acostumbrados a las prácticas idolátricas) conformaban verdaderos sitios para idolatrar sus falsas deidades, como se puede leer en Hechos 17:23 porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El apóstol Pablo guiado por el Espíritu Santo da un mensaje de los mas sabios reconocidos por propios y extraños para explicar la actitud griega y su errónea visión de las cosas de Dios, pero que estaban cerca del gran conocimiento sobre el creador de los cielos y la tierra.


Lo más importante para los hijos de Dios por la fe en el Señor Jesucristo es reconocer que el amor del Padre y su gran misericordia nos salvaron y propició la vida del Señor Jesús en nuestras vidas. El comportamiento y testimonio ante los ojos del mundo es una manera de probar a los del mundo que Jesucristo está en medio de nosotros cuando hacemos plenamente su voluntad en los hombres de nuestro entorno cuando ven lo que hacemos es digno de alabar y ofrendar a Dios nuestras vidas el apóstol Pablo escribió en 1 Corintios 14:25 lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros. Esto por causa de conducirnos como una iglesia espiritual entregada a la palabra del Señor Jesucristo. Amén

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