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Foto del escritorCuerpo Editorial

Editorial 26

La gracia y misericordia de nuestro Padre y la paz del Señor Jesucristo en vuestro espíritu


Para los hermanos que profesan la fe en el Señor Jesucristo y les inquieta la gran cantidad de congregaciones que expresan el cuerpo de Jesucristo en forma visible y algunos se preguntan si están en la verdadera iglesia del Señor Jesús.

¿Dónde está el cuerpo de Jesucristo en nuestra localidad?

¿Estoy verdaderamente en un lugar de congregación que pertenece al cuerpo de Jesucristo?

¿Es una organización humana, social, expresada por creyentes en el Señor Jesucristo?


Son preguntas muy importantes y difíciles de contestar ante nuestros ojos, pero lo que sí sabemos es que el Señor Jesús conoce muy bien quién es miembro de su cuerpo y lo hace funcionar en la vida de la iglesia. El cuerpo de Jesucristo establecido en el orbe, son todas aquellas congregaciones que cumplen con los fundamentos de reunión en su nombre, en la creencia que son salvos, que pasaron de muerte a vida y que son asignados a la vida eterna, que tiene como norma espiritual de vida leer las escrituras del nuevo pacto, pues si se dedican a leer el antiguo pacto corren el riesgo de extraviarse en los conocimientos del Padre que tiene para su hijos.


El actual mover de muchas congregaciones no se encuentra fundamentado en la escritura, se han dejado llevar por imitaciones de organizaciones religiosas y mundanas y siguen ejemplos de lugares distintos de nuestra naturaleza carnal o física. Un ejemplo es que en México seguimos modelos estadounidenses que traían grandes y graves problemas de identidad espiritual con el Señor Jesús y un alto contenido de teologías ajenas a la divinidad del Señor Jesús, estos creyentes de Estados Unidos también estaban influenciados por hermanos que no lograron despojarse de todo la religiosidad que imperaba en Europa y por si fuera poco las nuevas generaciones de creyentes fueron desligándose cada vez más de la palabra y enfocaban sus creencias en lo material. De hecho no está mal, pero hacerla prioritaria se olvidó de vivirla en el espíritu. Y nos enseñaron a medirnos en lo material, tenemos mejores templos, mejores negocios, mejores casas, mejores universidades en fin todo lo que era secundario lo hicieron importante, olvidándose de vivirlo espiritualmente.


Y lo más sencillo era leer el nuevo pacto y obedecer lo que se encontraba en sus cuatro evangelios, el libro de Hechos, y las cartas epistolares aplicarlas en la vida de los creyentes y formar una expresión local en la vida del cuerpo de creyentes en el cual su cabeza es Jesucristo, o sea, hacer todo lo que nos enseñó Jesucristo, vivir en el espíritu y moldearnos en un espíritu de libertad, santidad (apartarnos del mundo) y amor. Aunado a que en México el sistema religioso romano tenía cautiva y esclavizada la mente de sus súbditos y correligionarios.


Al paso de nuestra vida constatamos que los hermanos enseñan más el antiguo pacto y por ende se lee más entre los creyentes, un grave error doctrinal que ha permitido que el cuerpo de Jesucristo no exprese ante el mundo la bondad de nuestro Padre, ni la unidad de los hermanos ante el mundo, un compromiso grande que tienen las nuevas generación de ajustar el evangelio de Jesucristo a la vida de la iglesia.


Valga para finalizar un sencillo ejemplo. Todas las naciones hispanohablantes provienen de la conquista de las civilizaciones indígenas a manos del imperio español. Luego, cada nación forjó su destino para independencia del mismo. ¿Sería correcto enseñar la historia patria de Bolivia en las escuelas guatemaltecas como propia? ¿Estaría bien darle prioridad a lo que ocurrió en Paraguay siendo nosotros nacidos en México como historia básica? ¿Les serviría como aprendizaje de identidad nacional a la población nicaragüense lo hecho por los próceres argentinos? ¿El Ecuador enseñará en sus planteles educativos el método chileno de independencia y lo aplicaría como gesta de nacionalismo propio? Así, como no podemos negar nuestro origen, por lo tanto NO podemos tomar algo que no nos corresponde. Amén.

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