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Autoridad espiritual


Aun cuando en la iglesia de Cristo hemos sido enseñados que los que están en el presbiterio son siervos de Dios y la iglesia; y sirvientes a los demás hermanos, esta condición no los hace parecer que no tengan ningún acto de autoridad en la relación con los demás hermanos como iglesia. Me explico: el Señor Jesucristo vino a enseñarnos que el servicio es fundamental en la vida de los hijos de Dios, él lo demuestra en la cena donde lava los pies a los discípulos, con la finalidad que estos no olviden esta actividad o acción cuando él estuviera ausente físicamente y así se debe de transmitir este mensaje de generación a generación a los verdaderos siervos de Jesucristo.


El servicio a Dios no está condicionado a ningún trato especial o de privilegio, antes al contrario los siervos de Jesucristo no están actuando para el mundo, sino están dispuestos y han sido preparados por el Espíritu Santo para trabajar en una obra espiritual para Dios, su recompensa no es en este mundo, sino que el Señor mismo otorgará los galardones, según hayan mostrado su servidumbre a los demás, Dios es amor, es misericordia, es servicio, es diligencia, es sabio y los siervos deben de manifestar las anteriores características con los hermanos en su comunión diaria.


El servicio es conforme a su ministerio, el servicio es según los dones otorgados por el Espíritu Santo y la manifestación del fruto del espíritu en su vida es la aplicación diaria con los hermanos. Los que ejercen obispado, diaconado y pastorado (ver el tema los pastores) por su relación directa con los hermanos, su conducta debe de estar a la altura de las condiciones mínimas que imponen la escritura del nuevo pacto, el servicio a los hermanos en la iglesia es una actitud de amor, paciencia, benignidad y caridad. La comunicación debe fluir en una sana y fructífera provisión de obras espirituales para los mismos hermanos y para los de afuera.


El amor se prodiga en la misma congregación y en la actividades seculares, de ahí la importancia de comprender que para servir a Dios primeramente debe haberse examinado a si mismo si está en el fundamento y rudimentos de Jesucristo de su evangelio y su doctrina, luego si es apto para el servicio, después si en su entorno familiar se encuentra en lo dispuesto a lo que se encuentra escrito en el nuevo pacto en primera de Timoteo y posteriormente si hay una confirmación por parte de los hermanos de que su testimonio es real y de autenticidad y genuinidad de que su pretensión de conducir y apacentar a las ovejas del Señor Jesús es notoria de servir y ser útil en la obra del Señor Jesús. (Con esto no se quiere decir que haya comicios electorales y se propague la democracia para seleccionar hermanos para ser siervos, el Espíritu Santo que mora en los hermanos os hará saber la manera de confirmación en libertad y santidad).


Una vez que está demostrado lo que equivale en la vida de los hermanos el servicio y que se encuentra regulado en un vivir y andar en Jesucristo, hay una condición de gran trascendencia en la relación espiritual entre los hermanos y esto se traduce en una autoridad que permita el desarrollo de la iglesia en la comunidad donde se vive. Ya que el nacimiento de una congregación en la vida de la iglesia se requiere cimentar en el conocimiento del evangelio de Jesucristo y su doctrina y su forma de operar en los ordenamientos y mandamientos del Señor Jesucristo.


Dios es un DIOS de orden, de hacer las cosas en su perfecto equilibrio y eso demanda de su pueblo, el Señor Jesús es el Hijo de Dios que vino en obediencia al Padre para cimentar el nuevo plan de acercamiento de los hombres con Dios y enseñar su nueva relación con Dios, el Espíritu Santo es la voluntad perfecta y magisterial que viene a comunicarnos la mejor forma de conocer la palabra del Señor Jesucristo y la forma de relacionarse entre sí a todos los hermanos creyentes en el Señor Jesucristo.


Los hijos de Dios por la fe en el Señor Jesucristo como una familia espiritual hermanada en el verdadero conocimiento del Hijo de Dios, se establece en el mundo como testimonio y prueba, como una iglesia (asamblea) con el propósito de que los hombres vean la magnificencia de amor de nuestro Padre que anhela que los hombres de este mundo se salven, es tan grande su amor y misericordia que aun cuando no estés en su propósito eterno si se los pides, te salva y te da la vida eterna a través de que declares que Jesucristo es el Hijo de Dios, con el amor del Padre, nada ni nadie puede, así de grande es el testimonio que nos ha enseñado el Espíritu Santo en nuestro devenir en esta vida en Jesucristo, el cual nos enseñó en Mateo 20:1-16 1 Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; 4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. 5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. 6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? 7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. 8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. 9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. 10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, 12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. 13 Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? 14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. 15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? 16 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.


Hay algunos todavía que son como estos religiosos y predican la severidad del Padre para condenación, pero qué lejos están del mensaje de nuestro Señor Jesucristo que vino a revelarnos el nombre del altísimo y supremo Dios Padre a las nuevas generaciones. Los que hemos sido padres o las que han sido madres qué cosas no quisiéramos para nuestros hijos. Ahora con esta verdad (no es analogía, lección, parábola o comparación ¡No!) que vino a comunicarnos Jesucristo, es una nueva realidad para todas las naciones gentiles que no estábamos contemplados en el antiguo pacto, en este nuevo pacto DISFRUTAMOS Y GOZAMOS nuestra nueva filiación con el Padre.


La autoridad espiritual no es un poder de dominio para los hermanos y no es un derecho para mandar con severidad a los hermanos, la autoridad que verdaderamente proviene de Dios es una dirección de visión y misión en los asuntos espirituales en esta vida terrenal:


Primeramente en conocer la voluntad de Dios


Segundo en perfeccionarse en el amor, esperanza y fe


Tercero en saber comportarnos entre sí y con los de afuera


Debe de existir una relación de sujeción a las disposiciones de los siervos de Dios cuando están sujetas al evangelio y doctrina del Señor Jesucristo.


Ejemplo:


La iglesia debe obedecer las enseñanzas de los maestros de la iglesia y dar parte a los mismos de los resultados de la aplicación de dichas enseñanzas.


Los hermanos de la iglesia deben obedecer las disposiciones de orden y cuidado de nuestro testimonio con los de afuera que nos recomienden los pastores.


Las iglesias deben estar sujetas a la visón espiritual de los obispos de la iglesia y ser uno para que el poder del Padre se manifieste grandemente en la visión que el espíritu haya manifestado.


Los diáconos deben ser diligentes y atinados en el orden y necesidades de los hermanos en la iglesia.


Los evangelistas deben procurar a los nuevos hermanos los conocimientos primarios de la iglesia de Cristo y conducirlos a la congregación de la localidad a que pertenecen y estos sujetarse a ellos.


Y así con los demás hermanos que están en servicio profetas y apóstoles, los que hacen milagros, sanidades, viudas y otros servicios establecidos en la iglesia. Deben establecer lo que está escrito en 1 Corintios 11:34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere. Está escrito en 1 Corintios 14:40 pero hágase todo decentemente y con orden. Y en Colosenses 2:5 Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.


Los hermanos que se encuentran bien cimentados en las enseñanzas del Señor Jesucristo deben reconocer como su Pastor al Señor Jesucristo y a sus pastores (en plural) de obedecer, toda vez que la obediencia es el parámetro espiritual más exigido y premiado. La autoridad conlleva conocimiento y dominio de sí mismo, no sobre los demás como lo podemos ver en Mateo 7:28-29 28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Y en Lucas 4:31-32 31 Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo. 32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.


Cuando los religiosos le cuestionaron en Mateo 21:23-27 23 Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad? 24 Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 26 Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. 27 Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.


En toda sabiduría Jesucristo no les contestó pues es un principio de parte de Dios que donde ya hay un fundamento no se puede poner otro fundamento, esto es, que los hermanos que se agreguen a las congregaciones deben de acatar y sujetarse a lo establecido, si hay un desorden deberá orar al Padre y al Señor Jesucristo para que eviten toda desviación o salirse en paz.


El apóstol Pablo como apóstol de los gentiles escribió en 2 Corintios 10:8 Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré; se traduce que la autoridad es por el servicio prestado y no para ejercer dominio o señorío a los hermanos, un hermano quien ha recibido edificación, enseñanza u otro servicio de parte de los siervos de Dios deberá siempre mostrar sujeción a los hermanos por señal de obediencia a la palabra del Señor Jesús. Ya que tenemos conocimiento de parte del Espíritu Santo que los siervos de Dios cuentan con el mensaje de que deben resistir a los que no atiendan el evangelio como está escrito en Tito 2:15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.


Recapitulando este importante tema en el cual muchos se han extraviado en pos de imitar los actos y conductas de autoridad del mundo y no los que se deben practicar en la iglesia.

La sujeción es por motivo de obediencia a la palabra del Señor Jesús, por los servicios de amor prestados por los hermanos que se encuentran en servicio. Por reconocimiento de que la vida de los hermanos es un fiel testimonio con los del mundo y con ellos mismos. Los siervos de Dios siempre deben atender primeramente la voluntad del Señor Jesucristo en toda relación con los hermanos y dirigir a los hermanos a la instrucción de vida espiritual. Amén.


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