La parábola es una enseñanza que no había sido practicada en la humanidad, el Señor Jesucristo la introduce como una fuente propia para separar lo mundano con lo divino, es una nueva forma, diferente, genuina y rica de enseñanza para transmitir un mensaje en forma escondida para observar quienes son entendidos y quienes presumiendo serlo, no lo son o no les convenía por las referencias que era sobre ellos y desatendían del mensaje.
El Señor Jesús sabe de la distancia que guardó el Padre con el pueblo judío en su tiempo, en su gran mayoría el clero convertido en rebelde y contumaz arrastraba a la mayor parte del pueblo a sus erróneas y caprichosas enseñanzas, se había cumplido el tiempo de la separación del pueblo judío con su Dios y la iglesia emergería con la venida de su Hijo en todos los lugares de la tierra, el cambio y el parteaguas de la comunión con Dios se estaba dando con la venida del Señor Jesucristo, hasta nuestros días y a pesar de los hechos históricos contundentes que el Señor Jesucristo era el Mesías que estaban esperando, siguen obstinados en rechazar al Señor Jesucristo, ni el paso del tiempo los ha hecho cambiar, el Padre sabe el cumplimiento del mismo y cumplirá por amor el pacto que hizo con los antepasados de su pueblo.
Las condiciones que existían en el pueblo hebreo eran de enfermedad, desesperanza, anhelos materiales, injusticias, privaciones. El pueblo aguardaba al Mesías, no conforme al plan de Dios sino al plan de sus mentes y sus corazones. El nacimiento de Jesús no correspondió a sus expectativas, su vida en sujeción a sus padres terrenales transcurrió en forma normal y el inicio de su ministerio creó una gran controversia en el cual se hallaban el clero judío y sus seguidores y aquellos a los cuales el Señor los tenía en sus planes, en este contexto el Señor Jesús usa las parábolas para que el pueblo y el clero oyendo no entiendan y viendo no vean y los que han sido salvos se gocen de que el Señor ha cumplido su promesa y el día grande llegó.
Transcribiremos la parábola de hijo perdido en Lucas 15:11-32 11 Dijo además: -Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde." Y él les repartió los bienes. 13 No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.14 »Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a su campo para apacentar los cerdos. 16 Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17 Entonces volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ’Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.’ 20 »Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo." 22 Pero su padre dijo a sus siervos: "Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies. 23 Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos, 24 porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a regocijarse. 25 »Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas. 26 Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Este le dijo: "Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido sano y salvo." 28 Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase. 29 Pero respondiendo él dijo a su padre: "He aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino éste tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado." 31 Entonces su padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado."
Para entrar rápidamente en detalle el clero judío había echado fuera el amor en sus relaciones por encima de todo, la ley y su justicia, habían escogido el fácil camino de la ley y pregonaban su justicia ante los hombres. Así lo querían demostrar al pueblo, su hipocresía y mentira para disfrazar un cumplimiento de la ley que estaba lejos de acatarse, se regocijaban en su falsa postura de hombres siervos de Dios, su religiosidad y ceremonia sacerdotales lo efectuaban lejos del agrado de Dios, actuaban para los hombres por su soberbia y egolatría. Jesucristo tenía que demostrar que Dios era un Padre amoroso, perdonador, misericordioso, conocedor de la debilidad humana, que las enseñanzas de fariseos y saduceos habían sido torcidas y no correspondía a las enseñanzas de su Padre y relata una parábola ante fariseos, pueblo y discípulos, Dios es padre y está lleno de amor para sus hijos.
El menor pide su herencia antes de morir el padre, no es lo correcto, no es justo, ante los fariseos ese hijo merece el peor de los castigos, el padre no piensa así, y dispone y parte la herencia y la entrega, el hijo se va y pierde todo, al padre no le importa el que dirán sus vecinos, no le interesa la ilegalidad de su hijo, el padre espera, él sabe que el hijo vendrá, cuando un padre reparte la herencia da libertad, le ha enseñado sabiduría, pero él sabe la esencia de sus hijos, por ley ya no existe nada para el hijo, el padre aguarda en su corazón, espera el proceder del arrepentimiento. Comprendan hermanos la lección: fuera de Cristo no hay nada, absolutamente nada, en Cristo estamos completos, en su Hijo nos ha dado la vida y en abundancia.
El hijo menor medita su suerte, está perdido no tiene alimento ni físico ni espiritual, reconoce su error, hay que ir al padre, ya no como hijo, sino como trabajador, reconoce la bondad de su padre y se dirige arrepentido, ha comprendido una falta y en el fondo de su corazón confiesa su pecado contra el cielo, contra todo aquello que ha sido creado por Dios, habrá que decírselo, hasta allí llega el arrepentimiento sano, los que oían la parábola se conmovían, sabían que hablaba del amor de Dios, sabían que muchos eran como el hijo menor, solo los fariseos llenos de maldad pedían justicia y la aplicación de la ley. El padre estaba en el camino, lo divisa y corre a su encuentro lo abraza y lo besa, no hay reclamos, no hay regaños el que estaba lejos, volvió. La voz del padre se oye traed vestido, anillo, calzado, ternero, alegría y fiesta, porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado, este es el amor del Padre que no nos cansaremos de predicar y hasta el último aliento de vida proclamaremos su amor por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.
Pero hay un problema, el hijo mayor estaba enojado porque no hay justicia en el padre, él siempre ha estado allí y no hay fiesta para él, no quería entrar y el padre lo invita a entrar, el hijo mayor explica su obediencia, testimonio y servicio. Solo falta una cosa muy importante amar, desarrollar el amor. El padre explica de nuevo, ahora a su hijo 32 Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Cuando estamos con el Padre todo lo tenemos, no nos hace falta nada, Jesucristo es nuestro refugio, nuestro escondite, el hijo mayor debe tener el mismo amor que su padre a su hermano, los dos son hijos del mismo Padre y el amor lo llena todo, amemos como nuestro Padre, seamos llenos de amor de Jesucristo perdonemos a nuestros hermanos y que los hermanos nos perdonen, el amor todo lo cree, todo lo sufre, todo lo espera, todo lo soporta. Amén.