La paz y la gracia de nuestro Padre y la sabiduría de nuestro Señor Jesucristo
moren en vuestro espíritu.
En el transcurso de la vida espiritual de los hijos de Dios plena de fe en el Señor Jesucristo, bautismo en su nombre, obediencia a su palabra y el Espíritu Santo morando en nosotros, contemplamos un serio problema en nuestra existencia terrenal. Por más esfuerzo que realizamos seguimos cometiendo faltas delante de Dios y no quisiéramos realizarlas en nuestra mente y corazón, sin embargo, un impulso de debilidad nos hace cometer faltas y manifestaciones de nuestra carne.
¿Qué podemos hacer? No queremos faltarle al Señor Jesús, nos avergüenza nuestra actitud, rápidamente nuestro espíritu nos redarguye de nuestro accionar, es un descontrol de nuestro domino propio que no se puede contener y desobedecimos el conocimiento que tenemos de no hacerlo, decirlo o pensarlo. La primera pregunta que se nos viene ¿Por qué no pude evitarlo? ¿Acaso ya no tengo el Espíritu Santo, se ha olvidado el Señor de mí? Y quién sabe cuántos pensamientos pasan por nuestra mente contristando el corazón.
Invade una tristeza de no haber salido airoso de la tentación o de la debilidad, en otros casos, tomamos decisiones que nos llevan a una vida que no era la correcta delante de Dios, se puede describir una exagerada pero real situación que nos hace que no podemos dejar de cometer errores, pecados, faltas, omisiones, debilidades, iniquidades, malos pensamientos, delitos, falta de fe, falta de esperanza, falta de amor, contaminación con religiones y sus ídolos… Pero si esto sucede en los que siguen la palabra del Señor Jesucristo ¿Qué no sucederá a otros creyentes que no viven en el Espíritu y que no han experimentado el amor del Padre y no siguen la palabra del Señor Jesucristo? Y peor aún: los que no conocen a Jesucristo dan rienda suelta a su condición carnal y pecaminosa, a su desvarío de ir con el mundo y ser esclavos del enemigo de Dios.
A los hijos de Dios el Espíritu nos ha proveído de un gran conocimiento que nos permite vivir en paz, libertad y santidad y reconocer nuestra condición de no tener un cuerpo perfecto delante de Dios esto no constituye un estorbo en nuestra relación con Él, sino todo lo contrario, nos acerca más a Él para que continúe su obra perfecta en nosotros, sabe que somos obra suya y como alfarero nos irá moldeando a la perfección, reconocemos que Él es nuestro Salvador y nosotros nos dejamos que nos salve, sabemos que Él nos constituyó, si somos así somos por Él y espera en nuestra humildad y mansedumbre concederle la gran oportunidad de mostrarnos su amor y misericordia por nosotros.
Los que hemos sido llamados hijos de Dios por la fe en el Señor Jesucristo nada, ni nadie nos arrebatarán del amor de nuestro PADRE, la eternidad nos espera, si tú eres creyente en Jesucristo, te invitamos a que formes parte de la familia de DIOS y vive plenamente la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo. Amén.