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Promesas escritas en el nuevo pacto (tema 4 de 4)


La iglesia de Cristo está exenta de cumplir la ley, es una promesa que nos ha otorgado en amor y misericordia nuestro Padre por medio de nuestro Señor Jesucristo como está escrito en Gálatas 3:21-22 21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.


¡Cómo agradecer al Padre lo que nos ha dado a la iglesia de Cristo desde sus inicios hasta ahora y a los que vendrán! Pero aun más a los de esta generación en el cual nos ha prodigado de un tiempo agradable para vivir como dice en 2 Pedro 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Confirmando lo que dice en Hebreos 8:6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.


Nuestro espíritu se goza en los siguientes versículos dados a los evangelistas Timoteo y Tito está escrito en 1 Timoteo 4:8 porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. Tito 1:2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos. Hagamos nuestra parte como está escrito en 2 Corintios 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.


No hubiéramos los gentiles haberlo logrado sin el perfecto plan de nuestro Padre de enviarnos a su Hijo Jesucristo y su promesa del Espíritu en nosotros como está escrito en Gálatas 3:14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.


Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia se encuentra una gran promesa en Apocalipsis 3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.


Esta es la promesa para nuestra generación de hermanos, es el desglose de nuestra vida en la eternidad, es la comunión eternamente con nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo.


Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea se encuentra la siguiente promesa en Apocalipsis 3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.


Tenemos la certeza de nuestra fe que el Señor Jesucristo vendrá por segunda vez y reinaremos mil años con Él, creemos de todo corazón lo que está escrito en 2 Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Las grandes promesas escritas en el nuevo pacto son de creerse y de vivirse, de esperarse por cumplirse, hechas por amor y misericordia a todos aquellos que estábamos fuera como lo disertó el apóstol Pablo en Efesios 2:12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.


La iglesia espera firme la venida del Señor Jesucristo. Amén.


Y qué mejor motivación de estar en el evangelio sino la de tener promesas en esta vida, pero sobre todas las de la vida venidera. Para empezar, después de esta vida, tener la oportunidad de seguir viviendo pero al lado del Creador y su Hijo.


Segundo, mientras vivamos aquí ya iniciado el camino tras sus pasos, la promesa que Él será nuestro Pastor, Abogado, Salvador, Médico, (Señor Jesús) estando con nosotros hasta el fin de nuestros días terrenales. En cuanto al Creador, sus regalos son el hecho de ser nuestro Padre por adopción, además de Sustentador y Proveedor. Por si fuera poco, el Padre y el Hijo, nos han dado parte de su Divinidad al proveernos del Espíritu Santo, un guía y Consolador en cualquier situación.


Y tercero, según nuestro testimonio, según las riquezas espirituales negociadas aquí en esta tierra es la recompensa por parte de nuestro Salvador, nuestro Señor Jesucristo.


Todo lo anterior a cambio de tan sólo creer en ellos, sobre todo en la misión del Hijo y creer que Él es el heredero de Dios. Y renunciación a lo que el mundo pueda ofrecernos de placer y pecado. Si tan sólo la gente meditara en esto, en lugar de perder el tiempo en las cosas vanas del mundo… Amén.

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