Un hecho relevante para los hijos de Dios está escrito en el libro Hechos de los Apóstoles y se encuentra en el capítulo 27. Es un gozo indescriptible el conocer la esencia de lo que quiere Dios revelar en la vida de los siervos de los que ejercen ministerio (sin sentimentalismos ni emociones) por medio del Espíritu Santo, son pocas las interpretaciones de este suceso acontecido al apóstol Pablo y en casi todas hay una o varias fallas en la perspectiva del mensaje. La razón es sencilla, tratan de ajustarse al antiguo pacto y esta lección es para los hijos del nuevo pacto.
Hay un seguimiento que debemos de observar para comprender que su explicación requiere la lectura del nuevo pacto en orden para comprender mejor este hecho que enuncia el carácter de los siervos de Dios. Leemos en el libro de Hechos 21:10-11 10 Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11 quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
Y así sucedió la profecía, los religiosos judaicos hicieron todo lo posible para acusarlo ante las autoridades romanas y judaicas, pero con lo que no contaban era con la sabiduría del apóstol Pablo que apeló al César y al César fue sentenciado con un propósito; predicar el evangelio de Jesucristo en Roma, reconociendo Agripa y Festo en Hechos 26:31-32 31 y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. 32 Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César.
Y así empieza este traslado marítimo del apóstol Pablo hacia Roma en el cual se iba a manifestar el Poder de Dios y sus propósitos evangelizadores en la ciudad más cruel y sanguinaria de esa época. Continuamos con lo narrado de este viaje Hechos 27:1-7 1 Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. 2 Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. 3 Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. 4 Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. 5 Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 6 Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. 7 Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón.
Hasta este versículo se describe en el relato que se habían sorteado las dificultades que se habían presentado en el viaje, aquí hace mención de Aristarco un macedonio de Tesalónica mencionado en Hechos 19:29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. Y en Colosenses 4:10 Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle;
Continuando con el relato en Hechos 27:8-10 8 Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. 9 Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 10 diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas.
Aquí está la clave de la manifestación de Dios, que los siervos de Dios por la fe en el Señor Jesucristo el don de ciencia del Espíritu Santo se manifiesta en el apóstol Pablo y le hace ver el futuro de los peligros que habrán de afrontar, el Señor nos cuida y protege en las misiones evangelizadoras cuando oímos al Espíritu. El control de todo lo llevamos internamente, no necesitamos al mundo, el mundo nos necesita, nosotros hemos sido escogidos para ver los sucesos futuros antes que acontezcan, procuremos andar y vivir en el Espíritu.
En este caso saber oír para prevenir, escuchar la voz del Espíritu que hablaba por Pablo.
Tenemos que dejar muy claro los siguientes hechos:
Su arresto ya había sido profetizado por el Espíritu antes de que iban a sucederle y que lo entregarian a los gentiles.
El apóstol Pablo apela al César y se le concede su petición.
Y el poder del Espíritu le revela lo que va a suceder.
En la barca no hay testimonio de que haya hermanos en la fe, solo Pablo y Aristarco.
El control de la situación depende del único y sabio Dios, quien creó los cielos y la tierra y quiere que se le reconozca como Padre y a Jesucristo como Señor y Pastor. ¿Qué podría sucederle a uno de sus hijos en servicio de proclamar su evangelio? NADA, absolutamente nada, pero hay situaciones que suceden a nuestro alrededor para testimonio de que Dios es misericordioso porque sus hijos conviven con ellos. Sigamos con lo que está escrito:
Hechos 27:11-25 11 Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. 12 Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. 13 Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14 Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. 16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. 17 Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 18 Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, 19 y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. 20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. 21 Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. 22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. 25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.
El hombre no atiende las palabras de los siervos de Dios. Cree en su propia sabiduría y el costo es alto, pues la tormenta no es imaginaria ni es un supuesto, sino real. Las cosas no eran del agrado de nadie y se había hecho todo lo que los hombres sabían y estaban posibilitados para hacer, aquí hace falta el amor y la misericordia de Dios, el océano tiene sus riesgos. Debemos explicar a los que nos rodean que cuando hablamos en el Espíritu es muy importante saber escuchar puesto que no hay tormenta, peligro inminente, fuerza sobrenatural, física que nos pueda hacer daño.
Pablo exhorta a tener buen ánimo a los del barco y comunica que no habrá pérdida de vidas entre los que viajaban con él, y si la nave se pierde esa no tiene valor. He aquí la consecuencia de no saber oír, pues de haber oído no les habría pasado nada porque la tormenta pudo haber existido pero ellos no la hubieran sufrido.
Pero la esperanza de conservar la vida es más que satisfacción y agradecimiento. Cuántos desastres en aviación, accidentes marítimos, carreteros, tsunamis, tornados han sucedido en el mundo y los hijos de Dios al parecer, son pocos los que siguen a Jesucristo fielmente. Aquí es un buen ejemplo para predicar las misericordias de Dios. Pablo habla a los que están en el barco y da el testimonio que un ángel de Dios le sirve.
Me ha dicho: no temas Pablo, ¿acaso Pablo estaba atemorizado? Sí, lo estuvo. Es parte de los hijos de Dios sentir el temor para experimentar luego esperanza, reconocer la misericordia, esperar el amor, vivir el poder y lo mejor de todo expresar el servir.
Luego viene el porqué: LA MISION. Hay que testificar ante el César y la promesa de que todos vivirían les motiva de nuevo al ánimo y testifica de la fe en el Padre. Mientras haya misiones, hay vida de servicio, por eso el apóstol Pablo por el Espíritu Santo dice “el vivir es Cristo y el morir es ganancia”.
Después de este testimonio hermoso continuemos con el relato del libro de Hechos 27:26-38 26 Con todo, es necesario que demos en alguna isla. 27 Venida la decimocuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra; 28 y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 29 Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día. 30 Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. 31 Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. 32 Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse. 33 Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. 34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. 35 Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. 36 Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. 37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis. 38 Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar.
En el barco hay tripulación, soldados, prisioneros y dos hijos de Dios, los del mundo no tienen temor de Dios, hay que dirigirlos, el conocimiento es básico hay que estar preparados se requiere la inteligencia del hombre. Ya sabemos que el Señor nos da la victoria: hay que ir por ella, las reglas de convivencia y de salvación corren por cuenta de los siervos de Dios en todas las circunstancias y el testimonio de la bondad de Dios es inevitable y se participa con 276 personas que fueron salvados en ese hecho, todo ya se encontraba en calma.
Sigamos con lo sucedido después en Hechos 27:39-44 39 Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra, pero veían una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron varar, si pudiesen, la nave. 40 Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando también las amarras del timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa. 41 Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. 42 Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando. 43 Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra; 44 y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.
Existe una promesa y se va a cumplir así lo dispuso Dios pero se va a tener que actuar, lo importante es que llegaron a un lugar donde hay tierra (una isla cercana) aquí son los otros que quieren matarlos, aquí no es Pablo sino la autoridad de ellos los que los disuade de quitar la vida a los prisioneros porque en ellos se encontraba Pablo, los soldados obedecieron las órdenes de su autoridad y dirige la salvación de los hombres, primero los que saben nadar y luego los que requerían de algún objeto para flotar y llegar a tierra.
Y así aconteció que todos se salvaron como se lo había dicho un ángel del Señor, al apóstol Pablo. He oído algunas disertaciones sobre este hecho y no concuerdan sus palabras y pensamientos con este relato, lo importante hermanos en servicio al Señor Jesucristo es nuestro testimonio ante los que mandan, saben, sufren y aman al Señor Jesucristo.
Amén.