Paz y gracia del Señor Jesucristo en el espíritu de todos los que le aman.
En la biblia hay dos tipos de escritos que requieren una explicación: Los cuatro libros del evangelio y las cartas epistolares. Aun y cuando aparecen en el nuevo pacto separado por el libro de los Hechos de los apóstoles; los evangelios y las cartas tienen mensajes y estilos diferentes. Haremos pues un extracto de ellos: Primeramente en los primeros cuatro libros se relatan la venida del Señor Jesús, su genealogía según la carne, su nacimiento, su vida secular, su ministerio, su palabra, su obediencia al Padre, sus promesas, milagros sus enseñanzas, recomendaciones finales, muerte, resurrección, despedida de sus discípulos y su recibimiento en gloria con el Padre.
El propósito principal de la venida del Señor Jesús es el cumplimiento del tiempo de la religión judaica, que menospreció la ley de Dios y a sus profetas enviados para corregir. Así, los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan describen la enseñanza por parábolas a su pueblo con el fin de que lo reconocieran pero su desviación no les permitió aceptarlo.
Mateo describe una nueva forma para obedecer a Dios, los nuevos mandamientos y ordenamientos que se requieren para agradarle, la buena nueva que el reino de los cielos se ha acercado, una mejor esperanza en Él para vivir en ella en un mundo que no es el nuestro, sobre todo el conocimiento perfecto que Jesucristo es el Hijo de Dios.
Marcos y Lucas relatan con precisión los diversos acontecimientos para enriquecernos con su sabiduría y paciencia. Una luz, un camino lleno de amor, con un contenido preciso del conocimiento de los primeros libros. Hacen ver su condición de que están listos para cumplirlos y obedecerlos, para dar paso a:
Juan, que es la culminación de sabiduría y entendimiento para sus seguidores; es el relato de su origen y propósito para todos aquellos que le aman, como el libro último sus palabras abarcan una vida que requiere ser entregada para ser merecedores de la distinción de formar parte de los hijos de Dios. El amor en su máxima expresión, la promesa del Espíritu Santo en nuestra vida rebasa todo lo hecho por Dios a sus siervos iniciales, la manifestación no tiene limite y la incorporación de muchas naciones para la naciente relación con Dios, y en cuanto al pueblo judío por haberlo rechazado le cuesta irse al último y los últimos pasamos a ser sus primeros.
Es difícil creer que hermanos todavía desvíen su mirada al antiguo pacto, cuando lo que ha diseñado el Padre para nuestro tiempo es más, mucho más que para sus primeros siervos. Pero sabemos de dónde viene el engaño del enemigo de Dios, de los deleites del mundo y de sus propias concupiscencias. Así pues lee y vive el nuevo pacto entra en la gracia que el único sabio Dios ha preparado para ti.
La lectura de las cartas de los apóstoles a los hermanos confirman la distinción para la iglesia establecida en Jesucristo: ya no hay parábolas sino solamente analogías, se describen ejemplos claros, ordenanzas sencillas, amonestaciones, exhortaciones, consolaciones, se apela al entendimiento y al corazón para recorrer el camino de fe, esperanza y amor. Un poder aparece en la vida de los primeros hermanos que se otorga en dones y frutos y que sigue manifestándose en los hijos de Dios en nuestros tiempos.
Las cartas epistolares tienen vigencia hasta el día de hoy, Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, se renueva el compromiso de que Él estará con su iglesia hasta el final, la esperanza de celebrar las bodas con su iglesia merece estar en nuestro pensamiento diario, con su segunda venida en la restauración de su reino nos promete una mejor vida que la actual, temas como la salvación y vida eterna deben de ser nuestro alimento diario, el mismo Espíritu en la creación es el mismo en la revelación de los tiempos finales y está en nosotros. Lo podrás contener.
Leer en orden las cartas obedece que las primeras interrogantes de los hijos de Dios que se puedan hacer para comprender su nueva vida, se van contestando en el orden que están escritas. No hay cuestionamiento o pregunta que el Espíritu Santo no te la proporcione, vía lectura y meditación del nuevo pacto, vía preguntar a los hermanos, vía esperar su respuesta en tu interior, vía solicitarla al Padre a través de Jesucristo.
La sencillez del conocimiento de Dios no requiere de grandes estudios, de asistencia a congresos, de oír largas disertaciones, cosas que se han introducido en una vida ajena a la iglesia, lo constituye en la mayoría de los casos pocas palabras, claros ejemplos, hechos reales y sabias enseñanzas. Amén.