Editorial 12
- Cuerpo Editorial
- 27 jun 2014
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La paz del Señor Jesucristo en vuestro Espíritu.
En Génesis hay una misión del Padre en crear al hombre a su imagen y semejanza, más la desobediencia de Adán y Eva por el engaño de satanás nos hizo víctimas del pecado, nos vendimos a la muerte y nos perdimos del gozo de la compañía de Dios en toda su extensión.
Jesucristo se define en una declaración enmarcada en la biblia: que Él es el camino, la Verdad y la Vida. En esencia Jesucristo es para toda la humanidad (desde su primera estancia en la tierra) según la revelación por su Espíritu, la Verdad en nosotros. Somos como el reflejo de un espejo, porque en sí no tenemos vida propia, sino que la vida viene por Él. No somos iguales a Dios, sino semejantes: parecidos, similares. Con la venida del Espíritu Santo en nosotros aparece la verdadera vida, se manifiesta la transición de muerte a vida.
No somos iguales pero Él nos ha dado de su esencia, su linaje y composición, lo tienes que ver con los ojos espirituales que adquieres en la obediencia a su plan de salvación. Su propósito es que pongamos nuestros ojos en su Voluntad, porque es perfecta y agradable a nuestro ser, el hombre destruyó el plan y Dios lo recompuso a través de su Hijo. Es una gracia y una prueba de amor infinita que habla de su bondad, misericordia y perdón a la creación humana y nos restaura la comunión con Él para consolación y nos promete estar una eternidad en su presencia al llegar la meta.
Un camino es una vía o espacio para recorrer y llegar a un lugar: inicia y finaliza. Jesucristo es el camino hay que andar en, con y por Él. El destino es la vida del Padre en nosotros. Nos ha provisto de su Espíritu que nos enseña el camino recto, seguro, confiado, esperanzador y no caigamos en desvío, nos ha dejado su palabra que contiene herramientas, instrumentos, instrucciones, ejemplos, promesas etc. Ha puesto a la iglesia como un testimonio visual y auditivo de que Dios es real y verdadero en el mundo que nos indicarán nuestro comportamiento en la travesía y el acercamiento a su palabra.
El hombre sin Cristo es un hombre a la deriva, está condenado a caminar en círculo porque no cuenta con la guía, orientación y discernimiento para ver su propósito en la vida. Desgastante e inquietante su peregrinar y al final se encuentra con el juicio del castigo, por no haber escogido el camino correcto que le fue ordenado.
Los hijos de Dios por la fe en el Señor Jesucristo establecidos en la iglesia rogamos todos los días levantando las manos arriba para que todos los hombres que estén en nuestro entorno, conozcan el misterio que Dios ha puesto como fundamento para salvación: Jesucristo es el Hijo de Dios. Estos son los asuntos eternos que no debemos descuidar. Amén.
