La vida como ovejas del Señor Jesucristo
- Cuerpo Editorial
- 24 may 2014
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Actualizado: 5 ene 2021

¡Qué maravilloso es vivir el evangelio de Cristo! Sin lugar a dudas, una experiencia divina que tiene fuertes repercusiones en la vida de los hijos de Dios en este mundo. La iglesia de Cristo ha sido investida de un poder absoluto de lo Alto procedente del mismísimo Creador de los cielos y la tierra que es el Espíritu Santo quien es una fuerza sobrenatural que permite reconocer el propósito de Dios en nuestras vidas y tiempos en el cual vivimos y nos da a conocer su plan de salvación y el anuncio perfecto de quién es Jesucristo y la nueva vida espiritual a la que hemos sido llamados.
La analogía de haber sido llamados ovejas es un deber comprenderlas por los hijos de Dios. No hemos sido llamados leones, tigres, osos o cualquier otro animal, somos ovejas y Jesucristo el Pastor, Él dijo: “mis ovejas oyen mi voz” e implica que el oído debe ser ejercitado para conocer las cosas de Dios.
La protección es inminente de su pastor, estamos bajo su amparo y su cuidado. Las ovejas tienen características que evidencian una forma muy peculiar de ser identificadas: el pastor las conoce a todas y las puede llamar por su nombre; las ovejas siguen al pastor, no es a la inversa; las ovejas beben agua pura de su palabra y en los ataques corporales de otra especie resisten; el pastor las conduce a su sustento y de ahí se alimentan.
Los hijos del Padre como ovejas del Señor Jesucristo tienen el amor y cuidado de lo alto, con una obediencia fiel, no fingida a la palabra del Señor Jesucristo para resistir los embates del malo, del mundo y los deseos de nuestra carne.
Vamos a estudiar la primera verdad que enunciamos y luego la analogía: primeramente somos hijos del gran Dios, Padre de misericordia y amor, no estamos huérfanos es un Padre que está lleno de su esencia y se prodiga día con día a todas las almas del planeta, sin hacer acepción de personas Él es justo y Él es bueno. Tenemos un linaje divino, su deidad esta en nosotros, la fe en el Señor Jesucristo lo ha hecho posible y ha decretado su palabra en todo el universo lo que está escrito en Mateo 18:6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. Y nos demanda en Romanos 12:19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
¿QUÉ ES SER OVEJA? Ser como oveja es ser una persona de suave temple. Confiada y segura en su pastor, Jesucristo. La oveja es un ser que no le gusta meterse en caminos extraños sino seguir donde está la manada cerca y siguiendo a su pastor, Jesucristo. Pero al decir pastor, no me refiero al que dice que guía la manada, cualquiera que pretende suplantar con el título al Señor, sino a Cristo mismo. Y ser oveja es dejarse guiar, mantener y cuidar por Cristo. Porque así como las mejores ovejas son las que mejor y más lana producen, así nosotros debemos dar los mejores frutos del Espíritu Santo posible, no conforme a nuestras fuerzas, sino a nuestra renunciación. Ser orgullo de nuestro Pastor, Jesucristo.
Los hijos de Dios que nos congregamos como iglesia del Señor Jesucristo en esta tierra tenemos parámetros más altos que cualquier ser humano que exista, la calidad depende del entendimiento para oír a Jesucristo y meditar en su palabra. Luego aplicarla en la vida diaria al no participar en las cosas de este mundo que hacen se pierda nuestra visión a la eternidad y creyendo cada vez más en las promesas de libertad y santidad al cual hemos sido llamados reconociendo que nuestro Padre ha hecho esta labor en nuestras vidas.
Lee con atención los siguientes versículos en los cuales te enseñarán a fundamentarte más en su palabra.
Mateo 10:16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.
Mateo 18:6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
Marcos 3:29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
Lucas 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Juan 1:12 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Romanos 8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Romanos 12:19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
1 Corintios 11:34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
Gálatas 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.
Gálatas 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
Flipenses1:29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,
Filipenses 2:15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;
1 Tesalonicenses 2:14-15 14 Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, 15 los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres,
2 Tesalonicenses 1:5 Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.
2 Timoteo 3:12 Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;
Hebreos 13:20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
1 Pedro 4:17-19 17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? 18 Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? 19 De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
1 Pedro 3:14 Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
1 Juan 3:1 y 10 1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Como ovejas, no somos diseñados para ataque o fuerza, sino templanza y resistencia del mal. Porque ¿Cómo pagará el Señor la venganza contra el malo y sus partidarios, si no recibimos afrentas o persecuciones antes? Porque la ignorancia del mundo será usada en su propia contra al no razonar que atentan contra la manada pequeña del Hijo, comprada a precio de sangre.
Y no es contra nosotros quienes quieren romper la paz y el equilibrio espiritual, sino contra Dios y lo que es nacido de Él (nosotros). Puesto que somos esencia de amor, fe y santidad, así mismo debemos tener esa esencia en los días difíciles, para que nuestro padecer sea por causa del testimonio y no a causa de disciplina.
Así que, no teman del mundo, de la vida o la muerte. Siendo pastoreados por el Señor Jesús tendremos sustento, fortaleza y vida eterna.
Compartamos y prediquemos la palabra del Señor Jesucristo con nuestras vidas, con el ejemplo, con las acciones. Testifiquemos con nuestros hechos y dejemos que su Espíritu obre en nosotros.
Amén.